Ayudando al detective

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Caminabas junto a Sherlock hacia tu casa, a duras penas aceptó, a pesar de llevarte mal con él te preocupaste. Todo el camino hablas de Molly, tu idea era hacerlo ver lo genial que era ella.
Al llegar, abriste y rápidamente te quitaste tú gabardina y con cuidado sacarte la de él. Le dijiste que se sentará mientras ibas por el botiquín, preparaste té y galletas con chispas de chocolate, eran tus favoritas, se preguntarán qué clase de persona come mientras ve sangre, pues a ti no te importaba, volviste con la bandeja y el botiquín, dejaste el té en la mesita y te sentaste junto a Sherlock.

- necesito que te quites el saco -se lo quitó sin protestar- también la camisa -abriste el botiquín y sacaste una inyección de anestésico.

- ¿qué? -preguntó confundido.

- a menos que quieras que rompa la camisa

Lo pensó detenidamente y comenzó a desprender los botones dejando su pecho al descubierto, terminó de desprenderse el último botón y se la quito.
Tú no ibas a darle importancia, pero su abdomen no tan marcado aunque de igual forma encantador llamó tu atención, abriste los ojos como plato mientras te perdías observando al detective

- ah~ahora voy a inyectar la anestesia -dijiste saliendo del trance.

Él simplemente asintió, aplicaste la sustancia en su brazo cerca de su herida(o sea, cerca del hombro). Esperaste unos segundos y pellizcaste al detective

- ¿Sentís eso? -preguntaste mirándolo.

- nop

- perfecto -tomaste los utensilios y comenzaste con la labor de quitar la bala- ¿cómo te hiciste esto?

- Lestrade me pidió ayuda en un caso y los sospechosos aún estaban en la escena del crimen -respondió mirando al frente donde habían unos cuadros.

- o sea ¿cómo? ¿Eres policía? -preguntaste mientras ibas con cuidado para no provocarle una hemorragia.

- soy un detective consultor, el único que existe. Obviamente yo inventé el puesto

- ¿Qué haces exactamente? -preguntaste interesada.

- cuando los oficiales se pierden en su completa ignorancia, que es siempre, me llaman a mi. No saben como resolver casos, porque ven, pero no observan

- ¿o sea que te pagan por hacer su trabajo? -reiste metiendo cuidadosamente unas pinzas de cirugía.

- algo así -respondió- sólo que no me pagan

- llevamos semanas peleando y ni siquiera sabía a qué te dedicabas -reíste- me parece extraño que no estemos discutiendo por alguna estupidez

- peleamos suficiente por hoy -él te miró de reojo e hizo una diminuta sonrisa divertido.

- listo -mostrándole la bala emocionada. Con alcohol y algodón limpiaste dónde había estado la bala y después la vendaste con gasa.

- bien, gracias -dijo queriendo levantarse.

- espera ¿qué haces? -lo tomaste antes que cayera y volviste a hacer que se siente- la anestesia era muy fuerte

- ¿cuánto?

- eh... no lo sé, tal vez te de mucho sueño

- eso es ridic... -empezó a cerrar los ojos lentamente hasta quedarse completamente dormido.

Reiste, tomaste la bandeja, la llevaste a la cocina, guardaste el botiquín, dejaste su gabardina, saco y camisa doblados en un sillón individual no sin antes sentir el aroma de Sherlock.
Por último fuiste por una almohada y una manta, acostaste a Holmes en el largo sofá, le quitaste los zapatos y los dejaste aún lado del sillón individual, lo tapaste desde los pies mientras ibas subiendo hacia los hombros.
Por alguna razón sentiste deseos de tocar su abdomen, pasaste tú mano dejando suaves caricias, reaccionaste y terminaste de cubrir su cuerpo con la cobija, apagaste la luz ,y subiste a tu habitación rápidamente para acostarte y caer en un profundo sueño

El amor es una desventaja peligrosa(Sherlock Holmes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora