Látigos y Muertos

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Estabas por irte a tu casa cuando de repente apareció Molly. Había corrido por todos lados buscandote

- ___ -respiró con dificultad- puedes hacerme un favor

- claro, estaba por irme, pero no hay problema

- gracias -te dió unos papeles- puedes llevarlos a la morgue, necesito que veas si están los tres cadáveres. Necesito salir y no tengo a quién pedirle el favor

- claro, no te preocupes. Yo me encargó

- ¡gracias! -te abrazó y salió corriendo.

Caminaste hacia la morgue, al entrar viste al detective de espaldas con un látigo en la mano. 
Con él habías entrado más en confianza, se conocían mejor, eran como amigos aunque no usaban esa palabra.
En silencio caminaste hacia los cadáveres, destapaste uno y buscaste en los expedientes. Y así con los otros dos, cuando efectivamente los tenías bajo tu poder caminaste con ellos hacia la salida.

- adiós Sherlock -estabas por salir cuando él te dijo que te detuvieras.

- ¿Esos son los expedientes de esos cadáveres? -asentiste- ven -te tomó de los hombros y te sentó en una silla- aún no puedes entregarlos, tengo... que hacer algo

- ¿y por qué debo quedarme? -preguntaste en tono interrogante alzando una ceja.

- vas a tener que modificar los expedientes -tomó su látigo y comenzó a golpear uno de los cadáveres.

Te sorprendiste al verlo, latigar con gusto un cuerpo muerto, no te dió asco ni nada de eso, al contrario te pareció fascinante que le gustara.
Pasó media hora y te cansaste, te levantaste con el expediente y una lapicera para incluir las heridas por fusta

- basta, me cansé -te paraste junto al cadáver.

- uno más -suplicó Sherlock.

- no, listo -comienzas a anotar las contusiones del cuerpo.

Sherlock te miró haciendo carita de perro, pero al ver que estabas totalmente distraída te dió un latigazo en el trasero

- ¡Sherlock! -gritaste volteando.

- empezó a reír- lo siento -siguió riéndose con más fuerza.

- eres un idiota -dijiste molesta.

- no me dejaste latigar el cadáver -ríe encongiendose de hombros.

- dame ese látigo -dijiste yendo hacia él tratando de quitárselo.

- nop -lo levantó sobre su cabeza al ser más alto.

Saltaste para tomarlo, pero no lo alcanzaste, frustrada viste que había una taza de café en una mesa

- bien -dijiste molesta- si no me das el látigo me voy a beber tu café -lo agarraste.

- no, espera -se acercó a ti y tú te lo tomaste haciendo fondo blanco- eso no era café...

Después de que dijera eso empezaste a sentir los párpados pesando y sin aviso hubieras caído inconsciente, pero Sherlock te sostuvo, te recosto sobre una camilla de la morgue y terminó de modificar los expedientes. Los dejo listos en una mesa y volvió hacía ti para cargarte.
Salió del edificio contigo en brazos, paró un taxi y se dirigió a su casa, ya que las llaves de la tuya quedaron en tu casillero. Al llegar te recostó sobre un sofá y fue a cambiarse de ropa.

El amor es una desventaja peligrosa(Sherlock Holmes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora