Espejos infinitos

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Me miro en el espejo.

El reflejo que veo no me siento yo.

Al igual que mirar fotos. No se siente ayer.

No parece que haya vivido esa vida.

Esos días. Esa gente.

La tentación de reabrir el pasado,

para ver qué les pasa en el presente.

Pero no. No porque no quiera,

no porque no interesa.

Vuelvo a mirar mi forma en el espejo.

No es el mismo corte de siempre,

el color cambió tanto,

el maquillaje ha variado

y la ropa ya no es igual.

Los gustos en general han cambiado.

Ser diferente al pasado no nos desliga de él.

Por eso navego en un limbo interminable, sin tiempo, ni espacio.

Donde los recuerdos no tienen fecha, pero si emociones.

Donde las cosas pasaron, sin un cómo o un por qué.

Donde cada día sumerjo mis pensamientos,

y los dejo alejarse, porque sé que tarde o temprano van a volver.

Porque todo vuelve, incluso esa sonrisa que llevaba con placer.

"Vas por ahí desparramando felicidad", alguna vez me dijeron.

Me pregunto, a veces, si alguien sabe

que detrás de tanta paz y alegría

hay un revoltijo de emociones y teorías

que juegan a la mancha dentro de mi ser.

Que se ocultan de lo malo, que corren hacia lo bueno,

aunque el karma a veces tenga que ceder.

Es una historia sin principio ni final.

Es algo amorfo que se intenta plantear.

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Reconocerse a uno mismo.

Quererse como tal.

Frases que tiro a veces al azar.

Y que otras tantas me tocó escuchar.

Y si una tercera vez vuelvo a mirar, veo que no seré la misma que antes.

Ni la misma que soy hoy.

El futuro nos cambió.

Y da paso a lo que vendrá.

Quizás lento, quizás rápido. Pero vendrá.

De CabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora