La del espejo

1 1 0
                                    

Veo a esa chica en el espejo. La veo con los ojos llorosos, la mirada

caída, las ganas de llorar a flor de piel. La veo con sus ojeras, llena de

moretones que no se dejan ver. Con heridas que no cierran y la pesadumbre de

siempre. Que se siente una insolente por responder. Que se castigó a sí misma

más de una vez, y que perdió más gente de la que creyó tener. La veo sola,

acobardada, odiándose a ella misma por no disfrutar con el resto. Por sentirse

diferente. Por exigirse siempre más. Es que alguna vez, esa misma chica lo

había tenido todo. Y luego, tras un par de fracasos dejó atrás la que era y esto

resurgió. Ese espanto. Ese miedo. La inseguridad latente y la presión de no

volverse a equivocar. La veo que sangra por dentro, que nadie la escucha, y

que no quiere hacerse oír. Porque se siente un fracaso por un par de errores.

Porque no puede valorar un par de favores. Se odia a sí misma por no ser feliz.

Por haber olvidado serlo, por tenerlo todo y no saber qué hacer al respecto. En

el fondo todo le ha salido bien, incluso aquello que le ha salido mal le ha

servido de algo. Pero ella no lo ve. No lo sabe. Se niega. Y yo la veo en el

espejo día tras día renegando en el dolor, pero atesorándolo como un tesoro.

Como si fuera especial. Como si no hubiese aprendido nada. Es que aún la

joven del espejo no se ha podido perdonar. Ni a ella, ni a otros que se han

podido equivocar. No se disculpa fracasar. Nunca lo hace, y eso la hace

pensar. Sufrir. Llorar. Quisiera enseñarle a perdonar. Pero la veo ahí,

mirándome impunemente cada vez que miro al espejo, y me pierdo en su reflejo,

en mi reflejo, en mi ego frente al espejo.

De CabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora