Rompecabezas

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Siendo yo pequeña, decidí que tenía toda mi vida para encontrarme.

Como si el tiempo, por una vez, actuara a mi favor. Por aquel entonces, visité un

pequeño circo con tres jóvenes artistas que, en un viejo galpón, se las

ingeniaron para montar un breve espectáculo digno del Cirque du Soleil. Ella,

volaba tenaz por las cabezas del público. Ellos, uno forzudo y bonachón, y el

otro, un enclenque con gracia, se cargaron con las risas de la audiencia. Con tu

entrada, te daban una pequeña pieza de rompecabezas. Yo la pegué en mi

diario íntimo pensando que si uno es simplemente una pieza de rompecabezas,

siempre va a necesitar aunque sea un poquito de los otros.

Y es el día de hoy, que soy esa pieza. Una pieza de un todo que me

sostiene y me abraza cuando algo no encaja. Y una parte de otros

rompecabezas, donde yo puedo tender la mano, el hombro, el oído, y hacer de

sostén cuando el tablero entero parece caer.

Somos pequeñas piezas aunadas, encontrándonos a lo largo del camino.

De CabezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora