Vicenza

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Vicenza

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Hermione caminaba abrazando a Leanne mientras la cabeza le daba vueltas, el frío golpeaba su rostro y tenía ganas de vomitar, sin embargo se forzó a seguir consolando a la chica, quien lloraba desconsoladamente.

—Malfoy sabe que existe este collar. Estaba en una vitrina de Borgin y Burkes hace cuatro años; vi cómo lo examinaba mientras me escondía de él y de su padre. ¡Seguramente era lo que quería comprar el día que lo seguimos! ¡Se acordó del collar y fue a buscarlo!

—Dice que volvió del lavabo con él, pero pudo no encontrarlo ahí.

—¡McGonagall a la vista!

La chica era ligeramente consciente de todo lo que sucedía a su alrededor, pero se le antojaba un sueño, siguió a Ron y Harry hacia el despacho de la profesora mientras sostenía a Leanne que estaba al borde del colapso.

Después tuvo la sensación de que la soltaba y Leanne se iba a la enfermería, una parte de ella quería ir y seguirla, acurrucarse en una camilla y dormir hasta que todo pasara.

—Creo que Draco Malfoy le dio ese collar a Katie, profesora.

Hermione volvió a la realidad y se tambaleó un poco, momento que aprovechó Ron para sostenerla solícitamente, le pasó un brazo por los hombros y se los frotó para hacerla entrar en calor, aquél gesto fue como una llamarada en su corazón y las lágrimas comenzaron a brotar sin poderlas detener, en silencio. Ron se giró para mirarla de cerca, sorprendido. Pero sin decir una palabra, la sostuvo contra él, cálidamente.

En silencio, escuchó toda la historia de Harry, sus sospechas y teorías, vio a McGonagall mirarlo profundamente, con gravedad y debatiendo todo lo que decía el moreno.

—Lo vieron salir con el collar o un bulto de la tienda?

—En realidad dio la impresión que aquello que quería llevarse no podía sacarlo —intervino por primera vez Hermione mientras luchaba con las ganas de vomitar.

Comenzaron a pelearse entre ellos mientras McGonagall los miraba con enfado.

—¡Basta! No podemos acusar al señor Malfoy por haberlo visto salir o entrar de una tienda, en ese caso incluso ustedes podrían ser acusados...

—Pero...

—¡Señor Potter, el señor Malfoy ni siquiera ha visitado Hogsmeade hoy, estaba cumpliendo un castigo conmigo. Ya van dos veces seguidas que no entrega sus deberes de Transformación. Ahora salgan, tengo que ver a Katie.

Involuntariamente, Hermione volvió a alzar el rostro y miró a su profesora favorita, mientras sentía que la opresión en el pecho cedía. No había sido Malfoy, se dijo una y otra vez. De haber sido cierto, entonces ella sería muy responsable por ello.

Salieron del despacho de McGonagall y comenzaron a especular mientras se sentía cada vez mejor. Quizá el brazo que Ron le pasaba firmemente por los hombros también había contribuido un poco a hacerla sentir mejor, más ligera.

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Las siguientes semanas fueron demasiado pacíficas para Hermione, poco a poco se sentía normal, no se encontraba a Malfoy en ningún lugar fuera de clases, y en éstas él no le dirigía ni una mirada, quién pensaría que tiempo atrás casi habían terminado desnudos en la biblioteca... Así que se enfocó en el club de las eminencias de Slughorn, en huir de un muy pedante McLaggen y en los deberes que parecía se triplicaban al llegar la noche. Ron y ella se comportaban de nuevo como amigos y nadie pensaría que unas semanas antes, le había pedido salir, así que cuando se enteró que Slughorn planeaba una fiesta de navidad, decidió invitarlo y quién sabe, tal vez esta vez tomar mejores decisiones.

Arréglame o Destrúyeme/Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora