El increíble club del hurón saltarín

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 El increíble club del Hurón Saltarín

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Aquella noche le tocaba hacer rondín a Hermione, Draco la había acompañado excusándose de ser prefecto y se habían besado en un aula vacía, pero de regreso a su sala común, escuchó ruido sobre un tapiz y la chica lo destapó, sin miramientos. Ahí, enfrascados en una lucha greco romana de besos, estaba Ro-Ro y La-La.

—Weasley, Brown —dijo con ecuanimidad—, buenas noches. Diez puntos menos a cada uno por estar fuera de su sala común a estas horas. Y a la próxima que los encuentre aquí, me veré en la necesidad de decirle a la profesora McGonagall que están irrumpiendo en la ley sobre tapices y manchas, lo que les costará las vacaciones de navidad. De regreso a su sala común.

Hermione se quedó parada, con el brazo extendido, esperando a que se fueran. Lavender se acomodó la falda y la castaña la miró con hastío, hasta que salió de aquél hueco y echó a correr. Ron la miraba como idiota.

—Yo también soy prefecto —dijo el pelirrojo mirándola con enfado.

—Pues no es que estés haciendo tus rondines o cumpliendo con tus deberes, por lo que no puedes hacer uso de sus beneficios. Ahora vete o llamaré a Filch.

Ron la observó con detenimiento y sus ojos se posaron en su cuello, donde tenía unas manchas rosadas, hechas no hacía mucho. La miró como si lo hubiera ofendido y se marchó altivamente. Hermione lo miró alejarse y se encogió de hombros mientras miraba el tapiz con detenimiento, para esconderse ahí la próxima vez que hiciera rondas con Draco.

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—Yo les habría echo lavar el tapiz con un cepillo de dientes flamable, habría llamado a Filch y le diría que había unos estudiantes haciendo vandalismo. Seguramente se habría incendiado mientras el viejo llegaba y entonces, que él los castigara —le dijo Malfoy mientras le pasaba un cigarrillo—. Claramente, nadie les habría creído la versión donde tú los mandabas a hacer tal cosa.

Hermione negó con la cabeza mientras soltaba una bocanada, casi lo había logrado, cuando le dio un ataque de tos. Malfoy rio mientras se lo quitaba de las manos y lo terminaba.

—Casi me logras convencer —le susurró mientras la tomaba de la cintura y la jalaba hacia sí, arrojándole el humo en la cara, ganándose un golpe de ella.

— Aunque tu venganza suena bastante interesante —admitió la chica mientras se sentaba a horcajadas sobre él y se quitaba la corbata—, es muy elaborada y ellos no valen la pena.

Draco la miró con apreciación y sonrió de lado, mientras ella le enterraba las uñas en la parte trasera de la nuca y le pasaba la lengua por la barbilla, hacia los labios. Él reaccionó abriendo su boca y recibiéndola, retorciéndola de placer mientras sus lenguas se enzarzaban en una lucha apasionada que nada tenía que envidiarle a La-La y Ro-Ro.

—Carajo, Granger —gimió el chico tiempo después, mientras se recargaba sobre su clavícula y la aferraba de las caderas—, ojalá los encuentres follando más seguido, te vuelve una loca feroz —Hermione le mordió el lóbulo de la oreja y pasó sus manos por encima de su pantalón, haciéndolo gemir de nuevo—. Desde que vienes aquí, no sabes cuánta agua caliente le he ahorrado a Hogwarts.

Hermione soltó una risa y se separó de él, acurrucándose sobre los cojines. En cada visita habían ido sumando y ahora parecía una cama de harem. Tenía la ligera sospecha que cada vez, ese alféizar iba aumentando su tamaño hasta hacerlo de la dimensión de una cama matrimonial, pero era algo que agradecía cuando terminaba rodando sobre los cojines mientras se besaban con ferocidad, siempre yendo un poco más hacia allá, pero no lo suficiente.

Arréglame o Destrúyeme/Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora