Un aleteo

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Un Aleteo

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El frío comenzaba a causar estragos en las manos de Hermione, que como cada año, se le cuarteaban y ardían si pasaba mucho tiempo sentada en la biblioteca, con las corrientes de aire pasándole entre las piernas en el ambiente frío y seco para que los libros no se lastimaran. Era la época donde comenzaba a frecuentar la sala común intentando concentrarse mientras el bullicio la ponía de malas y terminaba quitándole a puntos a quien estornudara.

Entre la infinidad de tarea que se acumulaba no importara cuántas horas al día le dedicara o cuánto empeño pusiera en clases, casi no había visto a Malfoy, a excepción de la clase de pociones, casi no coincidían en el castillo. En las fiestas de Shulghorn él no era invitado y había faltado al partido de Gryffindor contra Slytherin alegando enfermedad. Había dado rondas cerca del baño de Myrtle la Llorona, pero al parecer, no había vuelto a aquél lugar, ni tampoco a la biblioteca e incluso ya no coincidían en el gran comedor. Parecía mantener un perfil muy bajo, sospechosamente bajo, como diría Harry, porque algo malo estaba tramando.

Casi se había olvidado de su cumpleaños, el incidente con Ron o el baño de prefectos, casi podría decir que se había golpeado en la cabeza y todo había sido una alucinación, casi, pero no.

Y así habían pasado los días, sumergida entre tareas y resoplidos mientras veía cómo Lavender coqueteaba con Ronald frente a sus narices o Harry cada vez miraba con ojos de cachorro a Ginny y ésta se pavoneaba frente a él con su novio en turno. No podía más que contener la risa y disimular cada vez que eso ocurría, pues había sido idea de Hermione ese pequeño experimento social. Y es que Harry, por muy buen mago que fuera, era un chico torpe y distraído que no se habría dado cuenta de sus sentimientos hasta mucho tiempo después, cuando por ejemplo, muriera.

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Aquella tarde, Harry la acompañó a la biblioteca para avanzar en su redacción de pociones, en la cual no se esforzaba demasiado, sin embargo, la chica dejó que le hiciera segunda, pues sabía que a ese paso, era cuestión de tiempo para que él comenzara a salir con Ginny y entonces ya no podría disfrutar de su amigo ni disuadirlo que dejase su libro tachado de pociones y optara por el camino sagrado y limpio del conocimiento esforzado, como ella.

—Iré por otro libro, no tardo —dijo ella mientras se levantaba de su asiento y se dirigía a la sección de consulta. Harry asintió, distraído, mientras leía por quincuagésima vez Quidditch a través de los tiempos. Poniendo en blanco los ojos, pasó a su lado y se cuidó de darle una palmada en la cabeza. El chico sólo se rio, atrapando su mano al vuelo y jalándola cuan largo era, ella soltó una risita suave mientras se soltaba y se dirigió a la sección más alejada.

Hermione divagó entre los estantes buscando "Remedios mágicos y otros cuchitriles" en un estante demasiado alto para alcanzarlo por sí sola. Miró a ambos lados y vio las escaleras muy lejanas, se palpó y recordó haber dejado su varita junto a la redacción. Entonces brincó y rozó con sus dedos el lomo del libro, sin embargo no lo movió. Así que volvió a brincar y esta vez el libro se ladeó un poco. Resoplando, volvió a brincar, pero el libro se le zafó de las manos y le cayó en la cabeza, rebotando varios metros más allá. Sobándose, se acercó hacia él, pero había resbalado debajo del estante. Sin pensarlo dos veces, se arrodilló para alcanzarlo, pero nuevamente, sólo lo rozó.

Maldijo su estatura y se incorporó, resignada a regresar por su varita y sacarlo de ahí. Sin embargo, frente a ella estaba una figura alta y oscura mirándola. Demasiado cerca.

—¿Así acostumbras a ir por la vida, Granger? —Preguntó Draco con las manos en los bolsillos y mirándola desde su altura, levantó una ceja sugerentemente—, porque podemos aprovechar que estás de rodillas y la biblioteca a solas.

Arréglame o Destrúyeme/Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora