Laila

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Han pasado tres días que no se nada de Drazhan y la abu lo ha notado, así que me ha puesto a hacer muchas tareas para mantener mi mente ocupada en algo, eso me ha ayudado un poco, aún así, recuerdo claramente la molestia que presentó al oír lo que Wymond le informo sobre su hermana y me preocupa que no pueda volver a ver a Drazhan.

La señora Laila, ha estado por acá desde hace un par de horas, se la pasa juzgandome, cree que busco ganarme la confianza de todos en la aldea para traicionarlos, que en secreto busco las plantas para alejar a los dragones para eliminarla y traer los dragones aquí, dice que no merezco ser quién ayude a la señora Nora, si la abu me acepto fue por el mismo Drazhan y también porque demostré que tenía los conocimientos nesesarios para ayudarle, pero la señora Laila asegura que ella es quien debería ayudarla y que yo no debería de estar en este lugar, también dice que quiero robarle a su esposo, primero no tengo ni idea de quien es, y segundo ni me interesa, yo ya tengo un chico en mi vida y no me interesa nadie más. Y es así como nuevamente termino pensando en él.
 
Veo a la Abu hacerme una seña de que debe ir a hablar con el jefe de la aldea, así que asiento y me pongo a ordenar lo que quedo sucio del almuerzo, cuando siento que alguien me agarra del cabello casi tirandome, yo grito del susto -largate de aquí- me dice una voz conocida, yo me aparto con brusquedad y me giro hacia ella, veo como sonríe al ver sus manos llenas de varios de mis cabellos -no me iré solo por que usted me lo diga- le aclaro, cruzandome de brazos, ella da un zapatazo al suelo -tu no eres bienvenida aquí, solo eres una entrometida- me dice molesta -para tu información fue la señora Nora la que me acepto y no solo ella, el jefe de la aldea ya conoce mis intenciones y me permite estar aqui- le digo manteniendo la misma postura, ella sonríe maliciosa -el no sabe nada, si le digo a mi esposo tus verdaderas intenciones, me hará caso a mi y te sacara de aquí- asegura en una pose engreída -como si el jefe le hiciera caso a una mujerzuela maleducada como lo es usted- contraátaco, ella se a balanza sobre mi e intenta golpear mi cara, lo cual no permito al cubrir mi rostro -¡¡la única mujerzuela aquí eres tu!!- me grita, intenta apartar mis brazos con fuerza, cuando escucho pasos fuera -¡Laila!- grita un hombre -suelta a la chica- dice y siento como la empieza a apartar -¡¡no!! ¡Ella debe irse!- grita Laila y siento sus uñas clavarse en mis brazos y comforme la aparta me pasa sus uñas desde mis brazos hasta mis manos, duele, pero me mantengo fuerte, luego cuando ella está lejos de mi, observó al jefe, que tiene a Laila sostenida en sus brazos -disculpame por lo que hizo mi esposa- dice bajando su cabeza y sin esperar respuesta se va, yo solo me dejo caer sentada al suelo, eso fue demasiado, la abu se me acerca -niña ¿estas bien?- yo asiento, miro mis brazos, están rojos y de unos rasguños salen unos hilillos de sangre -toma- la abu me pasa un brebaje espeso -pasatelo por los brazos- explica, yo le obedezco y me unto un poco, se siente fresco -gracias Abu- le digo, ella me pasa una cesta pequeña y me guiña un ojo -ve a conseguir plantas y frutas- dice con una sonrisa, mi corazón empieza a latir rápido y me levanto lista para salir de la aldea.

Una historia de DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora