26. TODOS

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Si con la mano contase los días que quedaban para Navidad Alex solo debería estirar dos dedos.

En un triste intento de animar el ambiente tenso y sobrecogedor que reinaba en el aquella clínica las enfermeras habían decorado el sitio con adornos navideños.

Les obligaban hacer dibujos de navidad y luego los colgaban por el pasillo, haciendo que aquel lugar pareciese el pasillo preescolar de un colegio. No valía para mucho. Aunque había que reconocer que lo del árbol de navidad en la sala común había sido un acierto.

Los enfermos habían trabajado juntos para decorarlo, y por un ratito parecían más felices mientras sonaba música navideña y comían dulces. Alex no lo hizo, se negó y se quedó mirando junto a Jimmy, B2 y una chica gótica que también se había negado a que el espíritu de la navidad le poseyera.

En ese momento estaba en una reunión antidroga. Odiaba tener que ir a la hora de comer... pero más tener que ir después de la cena. Se sentía constantemente agotado bajo el peso de la Venlafaxina.

En ese momento una mujer con bata estaba hablando y hablando de lo que sentían y de lo que sentirían después, al estar limpios. Alex frunció el ceño.

Conocía a esa mujer, era una buena mujer y una buena profesional, pero no era una buena yonki. Él sabía que la psicología le ayudaba a entender el comportamiento humano, y que seguramente esa mujer tendría razón, pero le costaba tomar en serio sus lecciones sobre unos sentimientos que jamás había sentido en primera persona.

-Usted no toma drogas -le dijo de pronto, interrumpiendo su discurso.

-No -dijo ella sorprendida por su interrupción.

-¿Entonces cómo espera poder ayudarnos? -le dijo él un poco indignado. Que una mujer sana le viniera a hablar a un loco drogadicto de la locura de las drogas como si supiese de que hablaba ya era la gota que colmaba el vaso. Por mucho que hubiera estudiado. Solo era teoría-No sabe lo que sentimos, cómo nos sentimos, porqué lo hacemos...

Le hubiese gustado que viniera un ex-adicto a darle la charla. Para que así le dijera si alguna vez se le pasaría esa sensación de encogimiento en la boca del estómago.

Poder saber si alguna vez en lo que le quedaba de vida podría tragar sin sentir añoranza de aquella sensación.

Algunos de los otros pacientes asintieron apoyándole. B2 le miraba como si estuviese orgulloso de él.

-¿Y cómo te sientes? Cuéntamelo, hazme entender -le dijo la mujer con ese tono condescendiente que solían usar los de su profesión- ¿Por qué lo haces? ¿Qué es lo que siente un drogadicto?

-¿Para qué? -se extrañó el chico, miró a los otros- Todos los que estamos aquí sabemos lo que se siente.

-Pero yo no -replicó la mujer-. Hablarme así no ayudará, ahora respira y cuéntame.

-¿Alguna vez... se ha sentido sola y triste? - le preguntó Alex dispuesto a hacerle entender como se sentía. Ella asintió- Pues intente imaginar lo que es dejar de sentir eso bruscamente. Notar como todo desaparece y deja de importar. Y lo que te has metido te abraza y te hace el amor como nada puede hacerlo. Y cuando se te pasa, porque es mentira, y siempre se pasa... Tu tristeza y tu soledad te matan. Tanto que piensas que la única forma de sentirse bien es meterte otro chute. Pero con eso estás tirando toda tu vida a la basura...y mientras tienes en la mano tus gramos de droga te sientes como la peor de las mierdas, por hacerlo, pero lo haces. Porque usted no sabe lo dulce que es.... flotar, dejar de pensar y dejarse llevar...

BAJO LA PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora