27. TODOS

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El año escolar había acabado y bajo el sol de Junio el calor lo llenaba todo.

El tiempo había pasado muy lento para algunos... y demasiado rápido para otros.

Pero había pasado. 

Nick bajó de su coche. Tenía dieciocho años, y era técnicamente un adulto, aunque él no se sentía diferente en absoluto a cómo se sentía meses atrás abrazado a Alex en una noche de Navidad.

Meditó, sin embargo, mientras se apoyaba en el capó de su coche con los brazos cruzados y la mirada clavada en la puerta de entrada de la Clínica, en como sí había cambiado desde que comenzó aquel año. En Enero solo era una niñato irresponsable, alguien que no sabía lo que quería ni sabía como conseguirlo.

Ahora podía decidir por sí mismo según la ley.

Ya había terminado el tercer trimestre de su último curso en el Saint Mayor College, no había sacado unas notas demasiado buenas, de hecho, había aprobado por los pelos. Pero lo había hecho gracias a la inestimable ayuda de Max y Alex. Cada día que había sido posible se habían reunido para, machaconamente, ayudarle a entender el temario.

Y con la sensación de no ser tan estúpido como creía estaba decidido a sacarse los títulos necesarios para poder tener un empleo estable, mostrándole a su padre que podía cumplir sus expectativas y dirigir aquella vasta red hotelera que iba a heredar algún día.

Como adulto, tenía derecho a independizarse, y eso hizo rápidamente. Se compró un piso en el centro de la ciudad con sus ahorros, un ático enorme para que Alex pudiese dormir bajo las estrellas en la terraza los días de verano.

Alex...

Alex no había pasado un buen año. Tras meses limpio había tenido una enorme incidencia en su trastorno. Primero pasó una fase maníaca en la que dejó de tomar su medicación creyéndose inmune a todo, volvió a ser el chico sonriente tremendamente hiperactivo que conoció y tras eso llegó la depresión.

Tuvo alguna que otra recaída... y se había pasado la mayor parte de ese tiempo encerrado en su clínica.

Pero él tampoco era el mismo joven que había comenzado el año. Alex a menudo le sorprendía sobreponiéndose a todo, levantándose sin importar cuantas veces cayese y tomando su dolor con filosófica objetividad. Incluso con humor.

Ya estaba infinitamente mejor. Y en la clínica habían considerado que ya estable y rehabilitado para poder volver a su vida , y que podían darle el alta clínica aquella misma tarde.

Por eso estaba allí. Tenía que recoger a su pequeño para llevarle a su casa. Su ático. La casa de ambos.

Porque tras mucho hablar con la madre de Alex, tras muchas palabras gastadas del rubio. Amy DeLoop había cedido. No sabía si por agotamiento, por indiferencia o por evitar un escándalo en la prensa si la disputa llegaba al juzgado.

Tras una discreta visita a un juez, que comprendió la situación con más empatía de la que Nick esperaba, todo había quedado solucionado.

Alex podía vivir con Nick, Nick tenía su custodia...era su tutor legal, ya que el muchacho estaría incapacitado legalmente por su trastorno incluso después de ser mayor de edad.

Así fue mucho más sencillo. Nick se ocupaba de ir regularmente a las reuniones con sus doctores, de preocuparse de que el muchacho  recibiese el mejor tratamiento que pudiera encontrar. Porque juntos iban a superar aquello, juntos iban a vivir y a envejecer. Y ni una enfermedad ni la adicción podrían evitarlo. Nick estaba propuesto a alcanzar ese objetivo, y nunca en su vida había tenido tan fijas sus metas.

BAJO LA PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora