21. DANTE Y RYAN

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—¿Estás bien? —le preguntó Greg. Y Ryan volvió a la realidad repentinamente, se había quedado pasmado pensando. Asintió dibujando en sus labios una sonrisilla tranquilizadora.

—Sí —dijo. Greg no parecía muy convencido pero le dejó en paz con sus pensamientos. Evitó mirar a Dante. Solo, sentado en el fondo. Últimamente solía estar muy solo. Porque Dante no tenía amigos y ya no podía estar con él.

Le daba tristeza verle así. Pensativo, fumando en soledad. Pero no dejaba que nadie se acercase tampoco. Su soledad era algo que él mismo se había buscado.

Su hermano era así. Porque se cortaría una oreja antes de dejar que alguien le compadeciese. No sabía decir cosas cariñosas, porque era un bruto y para él era más difícil explicar un sentimiento que entender la física cuántica. No es que se hiciese el duro, simplemente, no sabía ser de otra manera.

Les había dando la mañana libre para asistir a la competición de natación. Ya que duraba todo el día.

Constaba de cinco carreras. Ryan pensaba que lo que se había propuesto los que hicieron esa clase de estructura era dejar a los participantes agotados y para el arrastre...

Nick lo estaba haciendo muy bien. Llevaba dos ganadas en primer puesto, una en segundo y otra en cuanto lugar. Entre carrera y carrera les dejaban unos minutos de descanso, pero todavía no habían podido verle porque el entrenador se lo llevaba para hablar con él.

—Te veo... preocupado —Insistió Greg después de unos minutos más de ensimismamiento. Ryan sonrió y se encogió de hombros. Greg siempre tan atento. Él sí sabía de sentimientos, era tan cariñoso....

Le cuidaba y le protegía. Le hacía feliz.

Se sentía querido y eso le gustaba. Pero no podía evitar añorar los días de verano con su hermano. Esos días en que nada parecía importar más que ellos...

Aunque no fuese feliz, porque no lo era, esos días se le antojaban mejores.

Pero evitó pensar en eso. Era la primera vez en su vida que tenía novio.

La primera vez que sentía que le quería alguien, y que estaba bien corresponderle. Y eso le bastaba.

Porque con Greg no era solo sexo. Incluso con él eso era diferente. Su hermano era un animal, Greg le trataba como si fuese de cristal.

Por extraño que pareciese, esos dos polos opuestos le encantaban. A veces se sentía mal cuando los comparaba, pensaba que no estaba bien. De hecho, no lo estaba. Todo lo que rodeaba sus pensamientos y deseos estaba mal.

Porque le echaba mucho de menos. Aunque compartiesen habitación, casi no coincidían más que para dormir, no hablaban apenas...

—¿T-te importa si voy a hacer compañía a mi hermano? —preguntó. Greg observó a Dante con una rápida mirada y negó, aunque se notaba que no le gustaba mucho. Pero Ryan ignoró eso y se fue.

Dante evitó mirarle. Clavó su mirada en el agua de la piscina fingiendo que le interesaba el patrón de aquellos azulejos que la revestían.

Ryan se sentó a su lado.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Dante todavía sin posar su mirada en él— ¿No deberías estar con tu novio?

BAJO LA PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora