13. DANTE

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Dante miró a su hermano durmiendo a su lado.

Adoraba las reconciliaciones después de una pelea. Y aquella había sido una reconciliación proporcional a la monumental pelea que habían tenido.

Cuando Ryan hubo regresado a la habitación después de que Max se marchara le metió de hostias. El problema cuando su querido hermano decidía enfrentarse a golpes con cualquiera era que Ryan era un maldito enfermo masoquista que no le tenía ningún miedo al dolor de los golpes que pudiera recibir, y que peleaba demasiado bien.
Ryan parecía tímido, pero tenía muy mal genio y no controlaba su ira.

A pesar de que le había pegado. Dante no movió un dedo.
Recibir tremenda paliza era su penitencia, sabía que se lo merecía y él nunca levantaría la mano en contra de Ryan. Antes cortársela que pegarle a su hermano.

Pero Ryan le había perdonado.
Por fin.
Había sufrido sin él.... Porque le deseaba más que a nadie y Ryan sabía que lo que más de dolía era eso; Tenerle lejos, No poder tocarle, no poder ni siquiera hablar con él. Odiaba que su hermano se enfadase con él y le dejara a dos velas hasta que a él se le ocurría levantarle el castigo.

Pero le había perdonado...
Siempre lo hacía. Y no era solo el castigo lo que había levantado...

Tras una noche de sexo rudo y salvaje, del que le gustaba a ambos, siempre se quedaba dormido.

Dante sabía que iba a amanecer dentro de poco, así que no se molestó en intentar dormir. Se quedó en la cama, fumando un cigarrillo y mirando a su hermano.

Era igual que él físicamente. Bueno, tal vez tenía el cabello un poco más largo y tan vez Ryan tuviese los ojos ligeramente más claros que él y tal vez él estuviese más fuerte que Ryan. Pero eran CASI iguales.

Físicamente. Pero no había hermanos más opuestos que ellos en personalidad. Ryan era tan tímido... le parecía adorable ese rasgo suyo. Cuando tartamudeaba con los demás le hacía sentir como si solo fuese suyo, como si solo con él estuviese cómodo.

La gente decía que eso del incesto era sucio. A Dante no le importaba lo que un puñado de puritanos, frígidos, hipócritas y mojigatos pudiesen pensar.
Por supuesto, era un secreto, pero no veía qué tenía de malo. En algunas culturas los hermanos incluso podían casarse, y estaba bien visto. Entonces no entendía porque él no podía follarse a su Ryan cada vez que le apeteciese.
Que era extraño y Freud se llevaría las manos a la cabeza, pues sí.
Pero no le hacían daño a absolutamente nadie, y ni siquiera tenían el peligro de tener descendencia de dudosa carga genética.

Le acarició el cabello anaranjado a Ryan.

Sonrió. Sabía que podía controlarle como quisiese, el chico estaba a su merced...

Dante se había acostado con mucha gente; Hombres y mujeres, de muchas edades diferentes. Pero nunca, nunca jamás sería como con Ryan.

Ryan era su otra mitad de corazón, su hemisferio derecho.
Era como él... sabía qué le gustaba, cómo hacerlo y cuándo. Y era Ryan, su Ryan, su hermano.
No podía pensar en nadie que le importase más que él.

Desde pequeño siempre había pensado que Ryan era la persona más especial del mundo, era un sensiblón llorica y pensaba demasiado. Pero era el único que parecía conocerle bien, el único que corría a su lado cuando se sentía solo...
Él no era así con él, lo tenía muy presente. y sin embargo... Ryan seguía con él.

A veces Dante pensaba que era un egoísta, un desagradecido, por no pagar con la misma moneda a Ryan. Pero pronto se le olvidaba eso y volvía a los malos hábitos. Le gustaba demasiado todo el mundo como para dejar de pensar en acostarse con ellos... no quería hacer daño a Ryan, pero... costaba resistirse a las tentaciones.
Ni siquiera se daba cuenta de que eso le dolía, Dante lo hacía sin querer...

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