1. DAVID

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David abrió la puerta del coche negro, un coche elegante y amplio que, sin entender él de coches, saltaba a la vista que no era un vehículo que se pudiera permitir cualquiera. Le incomodaba ir en él, porque la gente se giraba a verlo pasar por la carretera e incluso llegaban a hacerle fotos como si fuese una puñetera Kardashian.

Entró acomodándose en los asientos de cuero.

Miró por la ventana la enorme mansión de color blanco mientras el coche arrancaba, y le dijo adiós a su padre despidiéndose con la mano.

Y allí estaba él, en aquel cochazo de lujo, con un conductor a su servicio y sabiendo que en su cuenta bancaria había más dinero del que había visto jamás

Pero aún así notaba algo incómodo en él, algo no iba bien...

David no encajaba entre marcas que ni siquiera sabía pronunciar.

Siempre haba vivido con su madre, lejos de su padre, porque se habían separado antes de que él naciese.

Se crió en un barrio normal de clase media-baja, nada de coches caros, nada de mansiones o piscinas en el jardín. Y a él le gustaba aquello, porque David era pobre, orgulloso y un poquito cabezón.

El mundo de los ricos no era para un chico como él.

No estaba acostumbrado a los lujos y tampoco le interesaba estarlo.

Su vida era un mal cliché de telenovela.

Cuando cumplió los diez, su madre le confesó que su padre era un famoso actor que había conocido antes de que él actuase y que tuvieron una corta relación, de la que David surgió accidentalmente.

En aquellos tiempos pensó que molaba eso de tener un padre famoso. Veía sus películas pero realmente no le importó nunca quién era, podría haber sido el panadero de la esquina o el carnicero, o el presidente.

A él no le importaba un carajo porque estaba con su madre, y recibó todo el cariño que podía recibir una persona.

Pero cuando su madre enfermó sus abuelos no pudieron hacerse cargo de él.

¿Quién quedaba?

Oh. ¡Sí! Un padre perdido por Hollywood y allí le mandaron con sus cosas a conocer al padre perdido.

No era un mal tipo, era buena persona, no sabía que tenía un hijo y en el momento en el que un test ADN lo confirmó se hizo cargo de David con ilusión.

Le llevó a su casa e insistió en proporcionarle la mejor educación, además de su apellido.

David no era el mejor alumno del país, ni sus notas eran la octava maravilla del mundo, pero se dejó llevar. Fue inscrito en el Saint Mayor College.

En resumen, una institución cara y un lugar de niños pijos, según David. Como las abejas en su panal, ellos se sentían en su salsa allí. Debido a lo ocupado que estaría su padre David se quedaría a dormir en la residencia del instituto. La mayoría de los alumnos volvían a sus casas tras el horario escolar, pero algunos se quedaban como haría él.

Pero por muy ocupados que estuviesen, los padres debían aguantar a sus hijos en vacaciones, porque el colegio cerraba sus puertas y no dejaba quedarse a nadie. Aquello no era Hogwarts (Para decepción de David).

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