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Mateo

Me he parado, me han ladrado

Yo sigo caminando sin cuidado.

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—Yo le re doy a Catalina.— acotó Valentín.— Más allá de que tenga un buen orto y todo lo que quieras, tiene su lado tierno.

—¿Desde cuándo ves el lado tierno de la gente vos?— reí y el me codeó.

—¿Y vos? ¿Mariposas drogatictas en tu panza tenés?— dice y yo niego.

—No estoy para esas giladas.— lo miro.— Después de lo que pasó con Flor, no creo que alguien me guste.

—¿Ni si quiera de dar, pillo?— preguntó sonriendo.

—No, aparte todos nos ven como unos villeros y turros, quién nos va a dar bola.— reprimo mirando cómo las chicas de mi año hablaban entre ellas mientras nos observaban de lejos.

—Sociedad de mierda.— tragó en seco el ojiazul.— Pero bueno, turros y todo le damos miedo al tincho de tu curso.

—Martín.— reí volviéndolo a mirar.— Igual no nos tenemos que pasar con él, es amigo de la gorra el cagon.

—Y si lo metió en cana a Manuel, es un angelito encima ese pibe.— muerde su labio.— Pero me la re contra chupa ese puto.— determina y yo reí de nuevo hasta que, el timbre de que finalizó el descanso, tocó.

—Nos vemos después, turro.— tomó mi mano para ayudar a levantarme.— Te llevo para tu casa después.

—Piola, gracias.— le sonreí y él me guiñó. Desde siempre un trolo.

Cada uno fue a sus respectivas aulas, yo me fui a la mía, que no me gustaba para nada el ambiente de la misma que estaba desde primer año. Valentin es un año mayor al mío, estaba en quinto y yo en cuarto, ambos por pasar y terminar la secundaria. No me gustaba la idea de pasar el siguiente año de secundaria sin mi turro en los recreos, pero es lo que había.

—¿Cuánto la merca, villero?— me dijo Martín mientras yo entraba al aula.

—Lo suficiente como para que tu vieja me chupe la pija.— respondí.

—Rescatate, pelotudo.— me empujó por detrás y sus dos amigos me miraron desafiantes. Martín siempre fue cagon para dar la cara él solo, por eso siempre traía a sus amigos.

—¿Tan educadito te tienen tus viejos que te enseñaron a empujar a la gente en vez de hablar?— me burle dándome vuelta para encararlo.— Sos pollo, tincho.

—Pollo serás vos, turro del culo.— me empujó por segunda vez y se dirigió a su banco, mordí mi labio inferior para reprimir una risa y yo también me fui a mi banco.

—¿Justo con él, Mateo?— se da vuelta Paloma, mi compañera, para fijar nuestras miradas.— Tenés a medio mundo para pelearte, pero con tincho que es el más bólido te la agarras.

—El me buscó.— acoté agarrando mi cartuchera para buscar un paquete de chicles.

—Y vos dejás que te encuentre.

—¿Y vos qué te metés, Palomita?— consulté.

—Me meto para que no te dejes llevar por él, Mateo.— contesta y se da vuelta de nuevo. Bufé y apoyé mi cabeza en la pared, mientras veía el cielo que se encontraba nublado desde la ventana.

—Bueno, se callan un poco.— llamó nuestra atención la mayor.— Vamos a realizar un trabajo práctico y lo van a entregar para la clase que viene.

—Uy pero la puta madre que me parió.— susurre internamente tapando mis ojos. Primero que no me banco a nadie de mi curso ni el olor a mierda que hay, y segundo que ahora nos mandan a hacer esto.

—Va a tratarse de hablar sobre un barrio en partícular que a ustedes les guste...

—Pero los villeros como Mateo no saben una poronga, profe.— acotó la voz de Martín y todo el curso rió mientras me veían.

—¿Vos ya te aprendiste la tabla del cuatro o cuesta todavía?— dice Daniel que se encontraba al lado mío.

—Cerrá el orto.— escupió un amigo de Martín, en cambio yo le hice un apretón de manos a mi amigo por responder por mi, porque si yo lo hacía, lo respondía con puños.

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Salí del aula con mi mochila encima y comencé a buscar a Valentín con la mirada, hasta encontrarlo hablando con una morocha de su mismo curso, por lo que se suponía, Catalina.

—¿Ya pegaste onda vos?— revolví su pelo y él negó, comenzamos a caminar hacia la salida del instituto.— ¿Era Cata?

—La misma, wacho.— sonrió.— Me dijo que quería que vaya a una joda que va a hacer ella en su casa, que te podía invitar.

—No, no tengo ganas hoy, aparte es miércoles.— determino.

—Dale, Palacios. Haceme el aguante que es la mina que me gusta, gato.— insistió.— Seguro me tiene ganas.

—Valen, te acompaño otro día. Hoy no da.— concluí y él bufo.— Te prometo que a la próxima voy.

Seguimos caminando hasta llegar a la calle, donde no era habitada por nadie y solo veías a los de nuestro colegio pasar y yendo para sus casas, estaba todo tranquilo, me gustaba.

—¡Turro!— gritó una voz conocida, con mi amigo nos dimos vuelta y nos percatamos que era Martín y no con sus amigos, sino con más de otros cursos.— ¡Te dije que eras pollo!— acota y comienza a correr hacia nosotros, nuestra primera reacción fue también empezar a correr, pero yo lo seguía a Valentín, porque supuestamente el me iba a llevar a mi casa.

—¡Rápido, gato!— me susurró subiéndose a su moto, yo miré por detrás y estaban a nada de alcanzarnos, entonces me subí lo más rápido que pude y el castaño arrancó a toda velocidad.

—Casi nos linchan.— dije agitado.

—Mañana los reviento por hijos de puta.— dice entre dientes.— Con estos giles no te metá', eh.— me replicó mirándome.

—Si estos me miran y se cagan todos.— digo entre cejo.

No hablamos tanto en el trayecto a mi casa, ya que el viento colapsaba en nosotros y nos era imposible tener una conversación estable. Teníamos quince minutos de viaje ya que estaba del otro lado del barrio, porque estábamos en la parte "cheta" de ciudadela y nos dirigíamos a mi barrio, La Boca.

—Bueno, gato.— frenó la moto en frente de mi casa.— Después te cuento cómo me fue con la Cata.

—Cometela, no seas boludo.— lo señalé y el asintió sonriendo.

—No' vemo' turro.— hizo un apretón de manos y yo le agradecí con un movimiento de cabeza por traerme.









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va a ser difícil actualizar dos fics a la vez pero algo se hará ahre

bueno digan si les gusta hasta ahora </3

dared; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora