12

6.4K 427 135
                                    

Mateo

Soy aquel que se ha perdido en un laberinto

Soy aquel, que no sabe a donde va pero sigue el camino.

• • •

MARATÓN 3/3

• • •

Tiré la mochila por alguna parte de la habitación y dejé caer mi cuerpo sobre la silla de mi escritorio, no podía parar de pensar en todo lo que pasó en un solo día, sentía que todo se me estaba yendo de las manos este último tiempo. Pasé a buscar a Emi por su colegio y estaba muy contento porque hoy iba a llevarlo por primera vez a uno de los talleres en los que trabaja nuestro viejo, yo voy todos los viernes, pero hoy era la excepción ya que le quería dar una mano porque su compañero se fue de viaje por unos días.

Comenzó a sonar mi celular de golpe en el bolsillo de mi pantalón, frunci el ceño a la vez que lo sacaba y me aparecía un número oculto, cosa que me pareció extraña.

—¿Hola?

—Mateo, soy yo.— dice con felicidad una voz que no escuchaba hace muchísimo tiempo, cosa que me enojó bastante.— ¿Qué hacés? Tanto tiempo.

—Ho... Hola Flor.— suspiré cerrando mis ojos

—¿Cómo te trata la vida?— insiste haciendo que mi corazón lata a mil por hora.

—Nada, ¿vos qué onda?— interrogue parandome de dónde estaba y comencé a caminar de un lado a otro.

—Acá, extrañándote, turro.— acota indiferente, en ese momento caí desmayado. Justo que la estaba superando, con Paloma en el medio, me viene a decir esto.

—No, Flor.— negué de inmediato.— No... no da que me digas eso, ¿entendés?

—¿Y por qué no da?— ríe ella.— ¿Ahora hay reglas en las que no te puedo extrañar?

—Cómo te explico.— frene en medio de la habitación.— No me gusta que me digas eso, en serio te digo.

—Es por lo que pasó, ¿no?— consulta.— Mateo, pasado pisado, no podes estar con esa carga. Yo ya no te voy a gorrear, soy distinta ahora...

—¿Distinta?— interrumpí.

—Sí, qué se yo.— aclara.— La cague y eso ya lo sé, pero qué se yo, estaba en pedo.

—No, no me podes hacer esto.— mordi mi labio inferior.— Vos misma lo dijiste, pasado pisado, vos sos mi pasado, qué querés que te diga.

—Yo te llamé para que charlemos tranquilos...

—¿Tranquilos?— interrumpo nuevamente.— A ver, no entendés. Te vi chapado en frente mío prácticamente con tincho, que ni siquiera lo conocías, ni siquiera te lo presenté, no sabias nada de él. Pero fuiste y te lo chapaste.

—Ya te dije que estaba en pedo, no sabía lo que hacía, Mateo.— argumenta cansada.

—¿A qué querés llegar con todo esto, Florencia?— pregunté con bronca.— ¿A que te perdone?

dared; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora