Capítulo 12

2.8K 171 6
                                    

—Hola Vanessa, ¿que pequeño es el mundo no? —apoyó su codo en mi hombro
—¡YA ME DI CUENTA! —la aparté de mi aún sin poder creer lo que mis ojos estaban viendo.
Hace unos días la odiaba a muerte y ahora de la noche a la mañana se ah convertido en parte de mi familia.
Por que la vida se ah empeñado en acercarme más a una persona que odio y alejarme más de una persona que amo.
Pero...¿Por qué no los vi el día de la boda? Es un misterio
—¿Cómo, ya se conocían? —nos miró a ambas confundido el esposo de mi madre
—Si, vamos a la misma escuela —traté de sonreír
—Entonces si ya se conocían, supongo que también conoces a mi hijo
—Pues de hecho no señor
—Bien, Alexander puedes bajar por favor. —gritó
—Ok. —segundos después bajo un chico rubio de ojos cafés
—¿Qué pasa papá?
—Mira hijo, ella es mi esposa y sus tres hijas Catalina, Daniela y Vanessa. —saludamos
—Hola. —sonrió y nos tendió la mano a todas
—Hola. —asintieron a excepción de mí
—¿Y tu que, te comieron la lengua o que? ¿no me vas a saludar? —exclamó
—¡Hoolaa! —saludé al mismo tiempo que alcé las cejas
—Bueno sientanse como en su casa niñas. —mi madre y el tomaron las maletas que habían en la sala y se dirigieron a la puerta, a decir verdad él era un hombre muy amable.
No todos los padrastros le dicen a sus hijastras que se sientan como en su casa cuando saben que son un tornado andante, sobre todo una de ellas. Yo
—¿A dónde van? —preguntó Daniela
—¿Cómo que a donde? de luna de miel. —sonrió emocionada mi madre
—¿Cuándo vuelven?
—En un mes. —wow mucho tiempo para ser una luna de miel
—¡¿Un mes?! —exclame en duda
—Si, será mejor que nos vayamos ya o no alcanzáremos el vuelo. —mi madre se apresuró a ponerse su sombrero y sus gafas de sol
—¿A donde irán? —preguntó Esmeralda
—Nos vamos a las Vegas. —no parece, al principio pensaba que irían a la sábana Áfricana, la selva lacandona o el desierto del Sáhara. Lo digo por la ropa de ambos
—¿Y no nos van a llevar? yo siempre eh querido ir a las Vegas. —me llevé 2 manos a la cabeza
—Perdón, pero la luna de miel es para dos, no para siete. —abrieron la puerta
—Aunque sea no nos dejen solas con estos idiotas. —dije al fin
—Vanessa, comportate sobre todo tú mientras no estemos, adiós. —la expresión de mi madre había cambiado de emoción a desesperación en un segundo, claro conmigo siempre
—P-pero que tal si...—no terminé la oración por que me cerraron la puerta en la cara—. Ouh —me crucé de brazos
—Cata, cata. ¡VAMOS A VER NUESTROS CUARTOS! —exclamó Daniela emocionada
—Oh si, vamos. —ambas corrieron escaleras arriba
—Oigan, pense que estabamos juntas en esto, me oyen. —grité pero no me escucharon
—Hay Vane, déjalas que conozcan sus cuartos. —dijo Esmeralda
—¿Quién carajo te preguntó? —fruncí el ceño
Cómo no aguantaba a estos idiotas, me di la vuelta, caminé a la puerta de entrada y la abrí
—¿Hey a donde vas? —preguntó Alexander tras de mi
—A donde sea, con tal de no verles la cara. —salí
—Oye pero...—le cerré la puerta en la cara antes de que saliera tras mío
—Ash déjala Alex, ella sabrá al fin y al cabo no es nada nuestro, y si mejor largate. —me gritó
Al salir de esa casa, me fui rumbo al parque, sabía que a esa hora estaría Santiago ahí. Claro, no es que me importe su presencia en el parque.
Cuando llegué lo primero que hice fue buscarlo, digo, solo para asegurarme de que hacía y que no me molestara. Da igual como no tenía nada que hacer tal vez le hablé yo, finalmente lo encontré, se hallaba sentado en una de las bancas del parque y la mejor parte era que estaba solo así que decidí acercarme, solo a saludar
—Hola. —me senté a un lado suyo
—Hola Vanessa ¿como estas? —se giró para verme mejor
—Mal, muy mal. —exhalé
—¿Por qué? —colocó su mano en mi hombro
—Por dos cosas, primera, vivo en una casa no muy lejos de aquí con una persona que apenas conozco, sus dos hijos y lo peor es que uno de ellos adivina quien es... Esmeralda
—¿No lo sabías? —alzó una ceja
—¿Cómo? —volví mi vista a el sorprendida— ¿Tu sabías que Esmeralda vivía en esa casa y no me dijiste nada? —grité
—Vanessa, ¿cual es el problema?
—¿Qué cual es el problema? que la tengo que aguantar a ella y a su hermano. —repliqué
—¿A Alex? Uhm, el no se ve mala persona. —se encogió de hombros
—¿Tambien sabías eso? —golpeé mi frente con la mano en señal de desesperación—. Ush ¿que mas sabías, quién es su padre, como es su casa? —grité
—De hecho sí. —hay dios mio, que me muera
—Y no me dijiste nada, ¿ese el amor que tanto dices que me tienes...ESE ES? —me crucé de brazos
—Perdón, pero yo no sabía que tu madre estaba comprometida con el
—Sabía que no debía confiar en ti, creo que tomé una buena decisión al no hacerlo. —bajé la mirada
—Perdóname
—No te perdono nada, y mejor largate con tu novia Esmeralda a la que tanto conoces bien. —me levanté para irme
—¡Vanessa, detente ahí...Vanessa!
—No. —seguí mi camino sin mirar atrás.
En ese instante Santiago corrió hacía mi, me tomó del brazo, me volteó y me dijo
—Esto no puede continuar. —me acercó más a el
—¿Qué cosa? —me libré de su agarre
—Lo que tu haces
—Cómo si alguien le importara lo que yo hago. —grité y me crucé de brazos
—A mi si me importa, y por eso quiero saber la segunda razón del por que estas tan molesta, me importa lo que hagas y pienses Vanessa —me tomó de los brazos y me acercó más a el— ¿Por qué no lo puedes ver? —me miró fijo a los ojos
—¡¿Por que le prestas tanta atención a Esmeralda?! —grité al fin
—¿Estas...celosa?
—Claro que no estoy celosa —refunfuñé—. Ni que fueras tú la gran cosa. No te creas tan importante —gruñí
—¿Y por qué te molestas?
—Por que la odio y...él que tú estés cerca de ella...me hace sentir
—¿Celosa?
—No son celos...es frustración
—Aja si
—Bien si no me vas a creer, bien no me creas, me vale lo que tu pienses...yo mejor me largo. —me di la vuelta y empecé a caminar
—¡Vanessa ven para acá, no hemos terminado de hablar! ¡VANESSA! —me gritó
Ni siquiera hizo esfuerzo por alcanzarme ni nada...Y para cuando llegué a casa
—¿Ah ya regresaste? —preguntó Esmeralda quién estaba en la sala viendo la televisión
—No idiota, todavía estoy allá. —se levantó del sofá y me cerró el paso
—Pff, mira Vanessa yo creo que lo mejor sera que vayas cambiando tu actitud conmigo y con Alex, ¿no querrás que alguien te haga la vida pesada o si?
—¿Cómo podría volverse mi vida pesada cuando ya de por si lo es? —alcé las cejas—. En fin, mira tu Esme-ensa mejor bajale de tono, además, tus actos no podrían empeorar mi vida más de lo que está empeorada, pff hazme el favor como si te tuviera miedo o algo parecido. Lo único que te tengo es lástima
—¿Eso creés? ¿Piensas que no puedo hacer tu vida más miserable de lo que es? Bien, entonces me obligas a hacer esto.
En ese momento Esmeralda sacó de detrás de ella mi disco de Coldplay autografiado, sacó el disco de su caja y lo rompió con sus manos en frente de mi además de que aplastó la caja hasta romperla
—¡¿PERO QUE RAYOS ESTAS HACIENDO?! —le quité los pedazos del disco de las manos, me agaché para recoger los pedazos de la caja y la miré con rabia
—¿No que no? será mejor que controles tu salvajismo si no lo próximo que haga no te va a gustar. —me pegó una patada en la espalda, quería llorar en ese momento pero me contuve.
Cuando Esmeralda se fue a su cuarto y me dejó sola, yo subí las escaleras, caminé por el pasillo y entré a una de las habitaciones, me di cuenta que esta habitación ya era de Daniela...asi que le dije
—Haber tú, como vas para afuera que este va a ser MI cuarto. —saqué las cosas de Daniela al pasillo
—¡¡¡A ti que rayos te pasa!!!, llegas de la calle y ya me quieres sacar de aquí, tu veté a tu cuarto, que este ya es mio
—Lo que a mi me pase a ti ni siquiera te importa no sé para que me preguntas. —seguí sacando sus cosas, entre ellas su ropa
—¡¡¡Oye no, deja eso ahi!!! —intentó meter varias de sus cosas
—¡¡¡LARGATE!!! —llevé mis manos a la cintura
—¡QUE NO! Y NO HAY NADA QUE PUEDAS HACER PARA SACARME DE AQUI ¡NAADAA! —me quitó de las manos una blusa que por cierto era mía y me crucé de brazos
—¿A no? solo observame. —agarré uno de sus posters que se hallaba en el piso y lo rompí en dos, luego en tres, cuatro, cinco, seis, en fin terminé haciéndolo trizas
—¡¿AAAHH MALDITA POR QUE LO HICISTE?! —se agachó a recoger los pedazos aunque de nada servía, lo rompí en miles de pedazos que sería imposible pegarlo, conforme los iba recogiendo de sus ojos caían lágrima tras lágrima
—¿Te vas a largar si o no, o tengo que sacarte a patadas? —grité
—¡¡¡¡BIEN ME LARGO, ESPERO QUE ESTES COMODA MALNACIDA!!!! —tiro los pedazos de su póster al piso, se puso de pie, se marchó y azotó la puerta al salir.
Cuando mi hermana se fue, puse el cerrojo, me recargue en la puerta, me dejé caer en el piso, abracé mis piernas y apoyé mi cabeza en mis rodillas.
Comencé a llorar, pero no como se llora de tristeza si no de esas veces en las que todo te duele, todo te mata, todo te lástima. Cualquier mínimo insulto que saliese de los labios de alguna persona, sería como una bala directa al corazón acompañada de una muerte lenta quizá para mi.
Me dolía mi situación, hoy el día se había empeñado en hacerme más infeliz que en otras ocasiones, todo me paso hoy si me pongo a pensar. Primero me peleé con Santiago, luego perdí mi disco de Coldplay, luego Esmeralda pasa a ser parte de mi familia de la noche a la mañana, luego mi madre se va un mes a la Vegas y no me lleva, luego mi hermanas...en fin hoy no a sido un buen día, bueno nunca lo es para mi.
Solo puedo tomar mi navaja y hacer un corte más.
Los días pasan, los cortes aumentan, la alegría desaparece y la depresión permanece. Esa es mi vida.
Y es ahí cuando te das cuenta, de que estás sola en el mundo y que vida es una mierda.
No estoy bien, nunca lo he estado y jamás lo estaré. A veces quisiera dejar de cortarme, pero no puedo es un vicio que me va consumiendo pero es lo único que hace que me sienta bien, llorar no es suficiente, ya no lo es. Y miró mis muñecas y me doy cuenta que los cortes aumentan a una velocidad demasiado rápida. Si no lo controlo se darán cuenta que no estoy bien.

Quiéreme Si Te AtrevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora