Me encontraba en la cafetería predilecta para mis citas que no eran citas con Aaron. Estaba tan triste que no me puse a pensar que salir con él no había sido buena idea pues estaba enamorado de mí desde el día en que nos encontramos en aquél estúpido campamento al que mis padres me mandaban cada verano. Sí, me había gustado, pero cuando me mudé a Brooklyn perdí todo contacto con él. El paso de los años le habían sentado muy bien, y si no hubiese estado perdidamente enamorada de Julian sí que lo hubiera estado de él; aunque he de confesar que removió algo en mí cuando volví a verlo.
–Odio verte llorar por ese idiota –comentó mientras yo tenía la mirada clavada en mi taza de café, pensando en lo que yo había hecho mal para que Julian me tratase de esa manera.
–Yo también odio llorar por él pero, ¿qué puedo hacer? –sonreí con melancolía–. Me gusta que él sea la causa de mi llanto. ¿Eso está mal?
–Bastante –respondió mi amigo con severidad–. Lily, tú eres mejor que esto. Sabes que si estuvieras con el chico indicado no pasarías estos malos ratos –tomó mis manos mientras hablaba, y sabía a dónde iba a ir–. Si pudieras darme una oportunidad te aseguro que olvidarías a ese niño rico que cree tener el derecho de jugar contigo solo porque es famoso.
–No estoy de humor para esto, Aaron –reclamé quitando mis manos de las suyas–. Eres un chico asombroso, y sé que alguien te amará, pero ese alguien no soy yo.
–Está bien, no te molestaré con eso por ahora. Pero, lo sabes, tarde o temprano estarás conmigo –aseguró y yo solo negué un par de veces con la cabeza.
–Justo ahora solo quiero que me abraces y me dejes llorar, ¿se puede? –pregunté con voz baja y él asintió mientras me dedicaba una de esas sonrisas que siempre tenía para mí, cargadas de lástima, compresión y amor.
Pagó la cuenta y salimos de ahí para ir al parque del puente de Brooklyn. Apenas me senté y me solté a llorar, y Aaron no dijo nada. Solo me dejó desahogarme y refugiarme en sus brazos cual niña pequeña.
No entendía por qué Julian a veces hacía cosas buenas que parecían malas o, todo lo contrario, cosas malas que parecían buenas. Ni siquiera sus amigos sabían que pasaba y una de las personas en la que más confiaba me traicionó. ¿Cuántas otras veces me habrá hecho lo mismo? Y, si era la primera, sabía que no sería la única.
Después de haber estado dos horas llorando y quejándome a cada cierto tiempo, Aaron me llevó a casa pero no porque yo hubiese querido, pues de haber sido por mí yo me quedaba ahí con él durante el resto de mi vida; en realidad nos fuimos porque ya comenzaba a oscurecer.
Cuando llegamos a mi departamento estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me percaté que el auto de Julian estaba estacionado al otro lado de la calle. En ese momento yo solo quería llegar a mi casa y tumbarme a llorar otras cinco horas más.
–Gracias por traerme –le dije en cuanto apagó el motor del auto. Estaba segura de que me veía terrible, pero a él no parecía importarle–. Y gracias por haberme escuchado y verme llorar todo el día... Apuesto a que fue una gran manera de pasar la tarde –reí durante unos segundos y él me sonrió, de nuevo, con algo de lástima.
–Siempre que me necesites ahí estaré, Lily, eso jamás lo dudes. Vamos, te llevo a tu puerta –me dio un beso en la frente y bajó del auto para abrir mi puerta. Ahí volví a reír, pero en mi risa también había algo de dolor.
–Nunca me han gustado que hagan eso... A la única persona que se lo permití me tiene llorando como adolescente recién dejada por su novio de un mes.
–Bueno, quizás corra con la misma suerte de él –bromeó y yo solo sonreí sin decirle nada. Esa tarde había sido muy significativa para mí, pero no quería emocionarme al respecto y sobre todo causarle falsas expectativas a Aaron.
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ilomilo [b.g #2] • julian casablancas.
Fanfiction"¿A dónde has ido? Debería saberlo, pero hace frío y no quiero estar sola, así que dime que volverás a casa. No me importa si es mentira"