¿Quieres salir conmigo?

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Subí las escaleras de dos en dos e introduje la llave en la cerradura sin hacer ruido. Me sentía pletórica. Esperaba que la noche no terminara torciéndose.

Mi casa se hallaba en la más absoluta oscuridad. Me quité las botas y caminé descalza por el pasillo. Al doblar la esquina, me choqué con una sombra y ambas gritamos:
- ¡Aaah!
- ¡Aaaaah!

No era otra que Clau.
- ¡Me has asustado!- me reprochó en un susurro.
- ¿Qué pasa?- preguntó uno de mis sobrinos desde su habitación
- Nada, cariño. Tu tía, que me ha dado un susto de muerte- le contestó Clau todavía susurrando.
- Vuelve a la cama. Ahora iré a darte un beso- añadí para que se fuera tranquilo.

Después, conduje a Clau hasta mi habitación. No aguantaba más para contarle todo lo que había vivido.
- Lo primero que hizo Simón cuando me vio fue preguntarme por ti.
- ¿De verdad? Te lo estás inventado para animarme- me miró con desconfianza.- Estás un poquito bebidilla. ¿Seguro que recuerdas con claridad?
- ¡Claro que sí! Te lo prometo.

Y le conté todo lo demás. El concierto, la canción de Villa, el baile y por último, el beso.

Clau se puso a dar botes sobre mi cama agitando las manos.
- ¿¡Os habéis besado?! ¡¿Ya ha llegado el beso?!- me abrazó- Me alegro muchísimo por ti, amiga. Conociéndote, pensaba que el coqueteo se iba a alargar eternamente.
- Bueno... No significa nada... Como dices... Creo que ambos estábamos un poquito borrachos.
- El alcohol ha podido ayudar, pero yo diría que a ese tío le molas un montón. -¡Si hasta te ha prestado su cazadora!

Era verdad. Con los nervios y las prisas, se me había olvidado devolvérsela. Olía a él.

- No sé, Clau... A mí él me encanta, pero... Es demasiado pronto.
- ¿Me vas a venir con miedos a estas alturas de la cuestión? Disfruta, Afri, que la vida son dos días.
- No quiero ser sólo un rollo. Y no hemos intimado como para ser algo más.
- Tú has hablado más con él, pero ¿a ti te parece que Villa vaya buscando enrollarse contigo y nada más?
- Creo que no - sonreí, recordando los momentos que había pasado junto a él.
- Tú estás muy pillada, querida- me sacó de mis ensoñaciones Clau con un codazo.- ¿Por qué no le escribes deseándole buenas noches?
- ¿Yo? Ni de broma.
- Él ya ha tenido la iniciativa varias veces.
- ¿Y qué le pongo?
- Querido Villa: te quiero. ¡Casémonos y tengamos hijos!- se burló ella- No sé, tía, piensa. Algo sencillo. Algo que te haría ilusión recibir a ti.

Abrí mi whatsapp. Villa estaba en línea. Me pregunté con quién estaría hablando.

"Ha sido una noche muy especial. Gracias por ser tan bonito conmigo. Me he quedado con tu cazadora. Así que si quieres recuperarla... Ya sabes dónde estoy... Buenas noches. Descansa." Escribí, pero tras releer borré las dos primeras frases.

"¿Quieres salir mañana conmigo?", contestó al segundo.

Me quedé en shock. Mi amiga me quitó el móvil y leyó el mensaje.
- Está muerto contigo. Rápido. Dile que sí.

"Sería estupendo", contesté. Me temblaban las manos.

"Genial. Espero que no hayas tenido problemas en tu casa"

En ese momento, oímos que se cerraba la puerta de la calle. Mi hermana había vuelto.

"Te dejo. Mi hermana acaba de regresar. Mañana nos vemos. Sueña con los angelitos."

"Uy. No sé si podré ni dormir porque hoy me besé con uno😛. Buenas noches, linda"

- ¿Qué haces todavía despierta?- mi hermana abrió la puerta de la habitación y en cuanto vio a Clau, lo comprendió- Aprovechando para tener una noche de chicas ¿no? Hola Claudia.
- Exactamente. ¿Cómo te ha ido a ti?
- Mucha tensión. Estoy harta de tener la sonrisa puesta ante esos pesados. Me voy a dormir. ¿Mis peques?
- Acostados y felices.
- Ahora iré a verles. No tardéis en iros a dormir vosotras también.

Asentimos. En cuanto cerró la puerta, me alarmé. Sin embargo, Clau me miró con una sonrisa de autosuficiencia.
- ¿Para què está aquí la tita Clau? No te preocupes por tus sobrinos. Hemos llegado a un acuerdo y no dirán nada de que has estado parte de la noche de pingoneo.
- En serio, ¿cómo lo haces? - pregunté atónita.
- No te enteras, amiga. Soy tu hada madrina.

Y las dos reímos con complicidad.

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora