Besos en guerra

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Llevaba todo el día sin mirar mi móvil y cuando lo hice, tenía una decena de llamadas de Clau, así que la llamé.

- ¡Hola, bella durmiente!! ¿Qué hacías? ¿Seguías durmiendo?- se burló de mí.
- Muy graciosa. Me parto contigo.- contesté con sarcasmo- ¿Te has enterado de las novedades?
- ¡¡Sí!! Me llamó Simón para contarme. ¡Es genial!
- Necesito un poco de tu energía positiva. ¿Quedamos para comer? Y me cuentas que pasó anoche entre Simón y tú.
- Perfecto. Desde luego, aprovechamos más que tú, bella durmiente. Nos vemos. ¡Chao!!

Clau tenía muchísimas cosas buenas, entre ellas, era capaz de levantar los ánimos a cualquiera. Yo me encontraba mejor después de hablar con Villa, sin embargo, mis niveles de serotonina estaban en números rojos.

- A ver no te pienses nada raro. Sólo nos liamos. Sin romanticismos. Me quiso enseñar unas enciclopedias del universo Tolkien y una cosa llevó a la otra. Creo que seremos buenos amigos.
- ¿Tan mal besa que has decidido que sólo quieres amistad?- le devolví una puya.
- ¡Qué va! Pero no sé... Después de conocerlo más, no siento maripositas ¿sabes? Eso que se siente cuando quieres algo más... ¡Qué te voy a decir a ti que tienes a tu caballero andante! Mira que es galán ese muchacho... A mí, porque me gustan gamberros, pero... Oye, ¡qué les reclama Mauricio el de Cali y el Dandee!! ¿Cómo te has quedado?? - debió verme muy apática porque me gritó- ¡AMIGA!! Reacciona, caray. Es genial. Vas a tener un novio que es un caballero, canta bien y además que te va a mantener.
- ¡Yo no quiero que nadie me mantenga!- me enfadé.
- Lo sé. Te lo he dicho para que reaccionaras.

Le conté todo y le pedí ayuda para subirme la moral porque esa noche quería demostrarle todo mi apoyo a Villa y a los Morat.

- Vamos a ponerte preciosa. Eso es lo que necesitas.

Quedamos Clau, Álex, Fati y yo para ir juntos a la sala de conciertos. Era una de las salas más grandes y Morat actuaba de grupo telonero.

Álex me silbó al verme.
- Vaya bombón... Acércate a mí para que pueda protegerte de mirones.
- No digas tonterías, Álex.
- ¿Tonterías? Observa bien a tu alrededor y verás que no soy el único que te mira.

Miré en derredor y sí, efectivamente, atisbé a dos chavales de dos grupitos diferentes, lanzándome miradas de soslayo. Yo nunca había conseguido ese tipo de comportamiento en otros, me gustaba pasar desapercibida. Pero esa noche iba a ser especial y, ciertamente, me sentía empoderada con el look que me había propuesto Clau. Poco maquillaje y un sencillo vestido negro. Sin más adornos. Sentirme así conseguía subirme la moral. Clau siempre sabía lo que había que hacer.

Otro concierto y otro éxito más. Me sabía de memoria sus canciones, ya que no eran muchas y no me aburría de escucharlos.

Esperamos a Morat fuera mientras el resto de personas se quedaban dentro para el siguiente concierto. Los primeros en salir fueron Isaza y Alejandro, como siempre. Después, Simón y el último, Villa. Se veía que también había dedicado tiempo a arreglarse. Junto con él, salió uno de los chavales al que había pillado mirándome.
- Perdona...- dijo dirigiéndose a mí- Están intentando localizarme urgente, pero creo que no me funcionan las llamadas... ¿Podrías probar a llamarme?

Había comenzado a sacar mi móvil, pero Villa fue más rápido sacando el suyo.
- Yo lo llamo.
- Prefiero que me llame ella si no te importa- pidió.
- El típico truco para conseguir el número de una chica- rió Álex.
- Tenía que intentarlo- se encogió de hombros- Entonces, ¿qué? ¿Me lo das o tengo que venir otro día para intentar hablar contigo a solas?- le echó chulería.
Villa se había puesto tenso a mi lado.
- No, no, no te voy a dar mi número- me negué tajante.
- En otra ocasión será- me guiñó el ojo y se metió para dentro otra vez.
- Pero ¿qué le pasa?- exclamó indignado Villa - Así sin más...
- Calma, calma, parce, no se ponga celoso- se rió Simón dándole unas palmaditas en la espalda.
- No estoy celoso. Me enervan los tipos así.

Me arrimé a él y le di la mano. Era gracioso verle así.
- ¿Te ha molestado?- me preguntó de camino.
- No, no se ha puesto pesado. Pero yo pensaba llamarle. Me lo he creído todo.
- ¿En serio? Es una inocente. Y eso también me gusta de usted. ¿Hay algo que no me guste de usted? Por cierto, hoy está especialmente bonita.
- Tú también estás muy guapo, Villa.

Fuimos a cenar y luego a bailar. Todos estábamos felices y expectantes ante lo que traería el futuro próximo.

No me separé de Villa en toda la noche ni bailé con nadie más. Y tampoco lo eché de menos. No existía nadie más esa noche. Sólo él y yo.
- Está radiante está noche y llena de energía. ¿Me va a explicar?- me preguntó mientras bailábamos una canción muy rítmica.
- Quiero que sea una buena despedida. Hacerte saber que voy a estar siempre que me necesites, seré tu apoyo... y que me alegro con tus logros.
- Gracias, Afri... Supone mucho para mí.- me agradeció.

Y a partir de ese momento, él también se desmelenó y disfrutó de la noche.

Todavía no había amanecido, cuando les acompañamos al aeropuerto en varios taxis.

Llegaba el momento fatal. La despedida.
- Hermanita, volveremos a vernos. Cuídese. Le prometemos que nosotros cuidaremos de este personaje- me dijo Simón hablando de Villa y abrazándome.
- Mucha suerte. Os irá genial. Mantenemos el contacto ¿vale?
- Baronesa África, venga un abrazo pa'ca- me abrazó Isaza- Hmmm, la echaremos de menos y a nuestros paseos por Madrid.
- Hasta pronto, sister- me dijo Alejandro- Esperamos reencontrarnos pronto.

Villa estaba junto a mí, esperando a que sus amigos terminasen y fuesen a despedirse de los demás. Le miré en silencio y le intenté sonreír, pero no me salía. Quería echarme a llorar allí mismo, pero me contuve.

Me aferré a su cintura y le abracé. Respondió a mi abrazo en silencio. Me besó el pelo.
- Afri, Afri...- me llamó, debíamos separarnos- Recuerde lo que hablamos. Me la llevó aquí- se señaló el pecho- A usted y a su saco de besos. Esto es un "hasta pronto" para que me eché un poquito de menos. Yo intentaré resistir la tentación de tomar el primer vuelo que encuentre de vuelta a España para volver a verla.
- Calla, que al final me vas a hacer llorar, tonto.- le pedí- Dame un beso y vete... No vayas a perder el avión por mi culpa.

Me besó y me aupó sobre sus caderas. No quería despegarme de él ni de su beso.

- Ha sido la mejor semana de mi vida- dije.
- Habrá más y mejores. No olvide que la quiero.
- Lo sé.
- Prométamelo.
- Prometo no olvidar que me quieres si tú tampoco lo haces.
- Entonces, queda a buen recaudo su promesa.

Los contemplamos alejarse y transpasar el control con alguna dificultad. Cuando por fin los perdimos de vista, me eché a llorar.

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora