No termino

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Me pasé el resto de la noche llamando a Álex por teléfono. Finalmente, me mando un whatsapp para que no le esperara. Genial. Me acerqué a los chicos para despedirme.
- ¿Se va ya? Le acompaño.- se ofreció Simón.

Por el camino, Simón no dejó de interrogarme.
- Bueno, ya vale, Simón ¿qué quieres saber exactamente?
- Te vi hablando con Villa, ¿todo bien entre ustedes?
- Sí. Sí, claro que sí. ¿Por qué no iba a estar todo bien?
- No iba a decirte nada porque creo que no me incumbe, no es asunto mío... Pero no quiero ver sufrir a mi amigo, otra vez.
- Creéme, no estoy interesada en que Villa sufra ni nadie. Villa y yo sólo somos y seremos amigos.
- ¿Él lo sabe?
- ¿A dónde quieres llegar, Simón? Villa tiene novia. Parece que no lo conocieras. Él nunca...
- Es correcto. Él nunca le haría daño a Gabriela. Lo siento si te incomodé. Me quedo más tranquilo.
- No te preocupes. Pero me extraña... Han pasado cinco años, por Dios. Ambos estamos creando una relación nueva, pero los que estáis alrededor no dejáis de recordarnos lo que tuvimos. Parece que hemos pasado página sólo nosotros.
- Es cierto. No te enojes. Confío en ustedes.
- Gracias por acompañarme- le agradecí fríamente. Estaba dolida y molesta- Nos vemos.
- ¿Me da un abrazo?

A eso sí que no podía negarme.

A la mañana siguiente, me levanté nerviosa. Álex roncaba en su habitación. Ni siquiera habían cerrado la puerta de su cuarto. Estaba vestido con la misma ropa con la que salió. No le había oído llegar.

Llegué al Hotel Vela temprano para hacer estiramientos. Esperé hasta las 10h. Villa no apareció y yo fui firme cuando le dije que comenzaría puntual. Una parte de mí se sentía decepcionada. Bajé las escaleras y eché a correr hacia el paseo.
- ¡Afri, Afri!- oí a Villa llamándome, pero no me detuve.- Buenos días- me saludó cuando me alcanzó. Estaba sudando.
- Has llegado tarde.- le respondí.
- Dos minutitos nada más.- se justificó jadeando.- ¿Vamos a hablar?
- Si puedes correr y hablar a la vez- le desafié apretando el ritmo.

Le estuve probando durante, al menos, veinte minutos. Hacía un rato que lo había dejado atrás. Me volví. Seguía corriendo, pero estaba pálido y temí que le fuera a dar algo.
- Descansa- le dije.

Le dejé apoyado en el poyete del paseo y fui a comprar un par de bebidas energéticas.
- Bebe. Te sentará bien.- le tendí una- Supongo que no tienes fuerzas para hablar y yo no tengo nada que decir, así que...
- Deme un respiro, ¿ok? - logró articular.

Me senté a su lado, pero de cara a la playa. Había gente bañándose, aunque el sol no pegaba fuerte todavía.

- ¿Nos damos un baño? - propuso.
- Vamos- acepté sin más cuestionamientos.

Nos acercamos a la orilla y dejamos nuestros móviles junto con el calzado y nuestras camisetas. Por suerte, para ir a correr me ponía un sujetador deportivo que podía pasar por bikini. Y los pantalones cortos perfectamente podían ser de bañador.

Fui la primera en zambullirse en el agua. Estaba fría.
- ¿Cómo ha podido?- me gritó desde la orilla- Está helada.
- Eres un exagerado. No es el agua templada del Mar Caribe, pero no está tan mal. Vamos, no seas cobarde.- le vacilé desde el agua.

Eché a nadar hacia una boya. Cuando me volví, no había rastro de Villa. De prontó, sentí un cosquilleo en mi espalda y me giré rápidamente por instinto. Villa salió del agua, con una mano se sujetó a la boya donde yo también me sostenía y con la otra, me agarró por la cintura.
- Ya no te me escapas.
- Suéltame- le exigí.

Estábamos muy cerca el uno del otro. El corazón me latía tan fuerte y rápido que creí que saldría disparado de mi pecho. Una parte de mí no podía dejar de valorar lo sexy que estaba Villa con el pelo mojado, sin camiseta y tan cerquita de mí. Sólo tenía que acercarme un poquito para que nuestros labios se encontraran. ¿Seguirían besando igual de bien? Sabía que él también padecía ese debate interno porque me miraba la boca, pero no hacía nada.
- He dicho que me sueltes- me oí decir con más brusquedad

Sentí que su brazo disminuía la presión en torno a mí, me deshice de él y salí nadando hacia la orilla. Me senté en la arena para secarme al sol.

- Disculpa. No quise incomodarte. - se sentó a mi lado.
- Está bien. No pasa nada.
- El problema es que sí que pasa. Y no podemos seguir negándolo. Ambos sabemos que no vamos a tener nada, pero la espinita por lo que sucedió sigue clavada y nos remueve.- hizo una pausa y sentí que su mirada se posaba en mí. Yo tenía los ojos cerrados y sentía la caricia del sol mientras esas palabras me apuñalaban. Sabía que era lo mejor. La certeza total de que nunca volveríamos a estar juntos. Pero cómo dolía. "Si escuece, es que está sanando", me dije.- Yo la quise mucho, Afri. Mucho. Y la sigo queriendo, pero de otra manera, ¿entiende?

Abrí los ojos.
- Yo también te quiero mucho, Villa. Creía que lo había superado completamente, pero volver a verte fue un impacto que abrió viejas heridas. No sé es como que... No sé como actuar contigo. ¿Te importaría darme algo de tiempo? Es raro volver a estar contigo, a pesar de los años que han pasado... Perdona por lo de esta mañana. No pretendía torturarte- esto último lo añadí con una sonrisa.
- Mmm... Me lo pensaré. Podía haber muerto- continuó la broma.
- Eso sin exagerar- reí.- Me alegra haber aclarado y haber hablado. ¿Sabes? Creo que cortar fue lo mejor que pudimos hacer. Habría acabado tarde o temprano. Fue poco real. Seguramente, demasiado infantil. Sin base. Sólo sentimiento.
- No puedo creer que me diga eso. Yo lo veo al revés- se había puesto muy serio- Fue genuino. ¿Sentimiento? ¡Claro! ¿Cómo podría no haberlo? Pero también había conexión, complicidad... Fue algo auténtico.
- Éramos unos críos inocentes. No había futuro- insistí.
- No éramos unos niños. Éramos jóvenes, como ahora. ¡Por Dios bendito, Afri! Sólo han pasado cinco años. Tanto no hemos cambiado. Y sí, vivíamos el presente como tal vez no lo hacemos ahora. ¿Qué tiene eso de malo? Y podía haber continuado. Siento haber sido el causante de que hayas perdido la esperanza en el amor.
- ¡Qué dices! No la he perdido. Sólo digo lo que pienso.
- ¿Y por qué no ha tenido otra relación desde entonces?
Aquello fue un golpe bajo y no me lo esperaba.
- ¿Y tú qué sabes?
- Me lo dijo Álex.- Álex últimamente se estaba luciendo- Que... ¿por qué no lo intentan ustedes dos? Se conocen desde hace años, conviven...
- ¿QUÉ?- exclamé incrédula. Se estaba pasando de la raya- ¿Crees que todo el mundo es como tú? ¿Qué todos necesitamos una relación de pareja para sentirnos realizados? Pues mira no. Tengo otras prioridades en mi vida a casarme y tener hijos o tener siempre una pareja al lado. ¡No pensaba que fueras tan estrecho de miras!

Me levanté enfadada y recogí mis cosas. Creo que nunca en mi vida había estado tan enfadada. Se ganaba mi confianza y cuando había eliminado todas las defensas y tenía el corazón blandito, me metía ese estacazo.

- Afri, lo siento. Lo dije sin pensar. - se disculpó, pero no estaba dispuesta a escuchar disculpas. No todavía. Me hervía la sangre.

Me detuvo, agarrándome del brazo, pero me zafé malhumorada.
- Me has estropeado mi plan de correr. No hagas más esfuerzos. No sea que acabes fastidiándome el día completo- le espeté- ¿Sabes? En algún momento, tuve la ilusión de creer que en el fondo te conocía. Ahora me doy cuenta de que no. Pero nunca te he desconocido tanto como ahora.
- No te vayas así... Por favor...

No quise seguir escuchándole y me largué, dejándole allí plantado, como palmera en la arena.

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora