Amor con hielo

276 19 3
                                    

~ Juan Pablo Villamil ~

"Nunca te dije adiós, dime por qué gastar mi voz
Para acabar la historia, la que escribimos los dos
Y no volverte a ver es mi promesa por romper
Prefiero ser quien llora si eso te obliga a volver
Y aunque la tierra nunca gira al revés
No será la última vez"

Dejé de rasgar las cuerdas de mi guitarra al oír que alguien llamaba a la puerta de mi habitación. Era Simón.

- ¿Qué hace, perro? ¿Está listo?

Habíamos pasado un mes en Madrid haciendo algo de promoción, pero sobre todo descansando. Madrid era nuestra segunda casa, pero en aquella ocasión había sido un infierno. Si no fuera por los compromisos adquiridos, hubiera tomado un avión mucho antes a Bogotá.

Por fin había llegado el día. Volvíamos a casa y posteriormente viajaríamos a Los Ángeles para grabar. Después, llegarían los ensayos previos a la gira.

- ¿Está bien? - me preguntó Isaza mientras esperábamos en el aeropuerto.

Asentí. Aunque no lo estaba. Echaba de menos su risa, la pasión que le ponía al hablar de aquello que le gustaba. Sus abrazos. Sus besos. Instintivamente me llevé la mano a los labios.

- ¿Por qué carajo...?- me pregunté en voz alta, pero me callé a tiempo. "¿Por qué carajo terminé con ella?".
- ¿Perdón?- Isaza me miraba preocupado- Villamil, usted no está bien y yo sé por qué.
- Vamos a comprar unos jugos. ¿Quieren algo?- interrumpió Marto
- No, gracias Marto, vayan ustedes. Nosotros les esperamos acá- le contestó Isaza.
Martó frunció en ceño y puso cara de "¿qué les pasa a estos?", pero obedeció a Isaza.
- ¡Villamil! Qué está en otra órbita o qué- me zarandeó Isaza- Ya deje de pensar en ella.
- ¡No puedo!- exclamé mirándole - No puedo ¿ok? ¿Cree que no lo he intentado? Y cuánto más lo intento, más presente se hace su recuerdo. Estoy perdiendo la cabeza. Estoy enamorado de un fantasma. Porque ella no quiere saber nada de mí.
- ¿Y Gaby?
- La quiero mucho. Es mi amiga. Pero ella sabía cuando comenzamos que yo estaba intentando olvidar a otra persona. Y no he podido.
- Le romperá el corazón. Lleva enamorada de usted desde niños.
- ¿Y qué hago? Dígame. ¿Qué hago? ¿Sigo con ella en contra de lo que siento? ¿La sigo engañando?- me quejé. Estaba harto de que me nombraran a Gabriela para criticar cualquier comportamiento mío.
Isaza suspiró y se escurrió en el asiento.
- Definitivamente, te ha dado duro con Afri. Nunca le había visto así. Aunque recozco que es un chica interesante.
- ¿De qué habla?- le pegué un puñetazo suave en el estómago.
- Ah, no se piense cosas raras. Ya sabe a qué me refiero. Es independiente, inteligente, de conversación fácil. Si tiene claro que la quiere, yo le apoyo. Por su culpa, no quiere saber nada de ninguno de nosotros. Eso sí que es injusto.
- ¿Eso te dijo?
- Algo así. Insistió que le apoyáramos a usted y que no nos preocupásemos por ella. Cuando regresemos de gira, debería buscarla.
- Falta mucho para eso.
- Habéis estado cinco años sin veros y no ha menguado ni un ápice la intensidad entre ustedes. Ahora, hablamos de meses...
- No es solo eso, Isa. Tengo la sensación que si la sigo viendo de manera casual, esporádica... Todo va a seguir igual. O peor. Afri cada vez soporta menos que me acerque a ella. Debería encerrarme a solas en una habitación con ella para que no se escape con cualquier motivo.
- Ah no, usted sí que es pícaro, hombre.
Isaza me miraba con malicia y pude leer sus pensamientos. Le metí otro puñetazo.
- ¡Oh! Ese sí dolió- se quejó.
- Se lo tiene merecido. Yo a Afri la respeto, qué se ha creído.

Por fin, subimos al avión y tras las diez horas de vuelo, llegamos a casa. Hogar, dulce hogar.

Vinieron a recogernos nuestras familias junto con las novias de Isaza y Marto. Gaby también estaba allí.

- ¡Hola, amor!- corrió a besarme. Le ofrecí mi mejilla - ¿Qué le pasa? ¿Se encuentra bien?
- Estoy cansado. Y creo que he agarrado algo con el aire acondicionado del avión- mentí.
- Vamos a casa. Le haré un caldito antes de que se vaya a dormir ¿sí?- me dijo mi madre poniendo su mano en la frente para ver si tenía fiebre.

Me despedí de mis amigos y llegamos a casa. Mientras mi madre me preparaba un caldo y mi padre me hablaba de las últimas noticias de los negocios familiares, Gaby abrió mi maleta.

- Deje eso, Gaby en serio, luego la deshago. Deme un respiro.
- No me importa. Así tendrá más tiempo para descansar.

En ese momento, sacó una de mis carteras y una foto se escurrió de uno  de los bolsillos. Era el fragmento de fotografía del que Afri había querido deshacerse, pero yo había rescatado, en la que ella aparecía besándome en la mejilla. La había mirado y arrugado tantas veces que parecían un papel viejo. Pero a Gaby no se le pasó por alto la imagen que mostraba ni quién era la chica.

- África ¿verdad?- me preguntó mostrando la foto con los ojos vidriosos.
- Sí. Es ella.- contesté, tanteando el terreno.

Gaby se levantó y salió corriendo en dirección a la calle. Me levantè de un salto. No quería hacerle daño, pero tenía que afrontar la situación. No la volvería a engañar ni me volvería a engañar a mí. Por una vez, lo iba a hacer bien.

- ¡Gaby! ¡Espere!
- ¡No me explique nada!- gritó- Fui una estúpida pensando que podía conseguir que se olvidara de ella. ¿Cree que no me he dado cuenta? Todas las canciones que ha compuesto, los poemas... Ninguno hablaba de nosotros. Siempre supe que no me quería.
- Gaby, eso no es verdad. Yo la quiero mucho. Eres mi mejor amiga. Te juro que intenté enamorarme de ti- dejé caer los brazos- Pero no puedo. Mi corazón no me pertenece.
- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? Si... Mírela. Ni siquiera es de su gusto.
- Lo siento, Gaby.- fue lo único que pude decir. No iba a entrar en su juego. Nunca había visto a Gaby así. Fuera de sí.
- En estos meses que ha estado en España... ¿me ha engañado con ella?
- ¡No! Afri nunca permitiría eso sabiendo que estaba con usted... Pero yo... le robé un beso.

Gaby volvió a contemplar la foto, la rompió en mil pedazos y me los tiró a la cara.

- ¿Sabe qué le digo? ¡Váyase a la mierda, Juan Pablo!

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora