Antes de los veinte

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Esa mañana, salí con los Morat a dar una vuelta por la ciudad. Los chicos no dejaban de vacilarme, pero a la vez tenían detalles conmigo que hacían que me sintiese cuidada por ellos todo el tiempo. Cuidada y querida. Eran mis hermanos.

Esa mañana, sentados al sol en una terraza, Isaza recibió un whatsapp que cambiaría su vida para siempre. La de todos.

"Buenas noticias, Isa. Mauricio quiere conocerles y hacerles una prueba. Compren el primer vuelo para acá". Era un mensaje de su mánager. Mauricio ers el productor y uno de los cantantes de Cali y el Dandee.

Cuando Isaza lo leyó en voz alta, primero hubo un silencio. La expresión en general fue de sorpresa. Villa se llevó las manos a la cabeza y se restregó la cara. Después sonrió. Su sonrisa fue infinita.
- Nooo
- ¿Qué??- exclamó con sorpresa Simón
- ¿En serio???- preguntó Alejandro incrédulo.
- Lo que siempre andábamos buscando: ¡una oportunidad!- confirmó Isaza con una sonrisa.

Se levantaron y comenzaron a abrazarse. Yo también me levanté. Me alegraba tanto por ellos. Estaba convencida de que su momento había llegado. Eran buenos. Muy buenos. Y los valoraba con mirada crítica, no porque fueran mis amigos.

Villa me besó prolongadamente.
- Ven con nosotros- me rogó en pleno éxtasis de alegría.
- No puedo. Además, es vuestro momento de gloria. Sólo os molestaría.
- ¿Cuántas veces le tengo que repetir que usted no me va a molestar nunca? Aunque entiendo que está de exámenes... Puede venir a vernos después. Yo le pago el pasaje.
- Lo vamos hablando- dije intentando mantener la sonrisa.

Cuanto más me insistía, más me daba cuenta que aquello tan bonito que habíamos vivido durante esa semana llegaba a su fin. Mauricio no era cualquier productor. Y si les quería ver es porque había reconocido su potencial.

No creía en las relaciones a distancia. Podríamos mantener la amistad, quizás, pero nada más. Sin embargo, no quería pensar en eso, quería disfrutar con los chicos, alegrarme con su alegría. ¿No se demuestra también así el amor y el cariño?

En ese mismo momento, Alejandro miró por internet los vuelos. El primero salía de Madrid a Bogotá de madrugada.

Los escuché hacer planes. Hacían el concierto esta noche, salíamos a celebrar, volvían a casa a por las maletas y pedían un taxi al aeropuerto. Dormirían durante el vuelo.

- Brindemos por los nuevos tiempos y los éxitos- dije alzando mi cocacola.

Nos despedimos para que fueran a preparar todo lo que tenían que dejar cerrado antes de marcharse. Debían cancelar un par de conciertos a los que iban de teloneros.

Yo me marché a casa. En cuanto mis compis me vieron entrar, adivinaron que algo sucedía.
- No me seas pesimista. Si todas pensaran como tú, ningún artista tendría pareja.- quiso animarme Álex.
- No compares. Esto sería un España - Colombia. Y aparte... Mira como terminan. No duran nada- expliqué.
- Yo, sinceramente, creo que te estás adelantado a los acontecimientos- opinó Fati, la voz de la serenidad- Pueden pasar varias cosas, les puede ir bien o mal, pueden volver o quedarse allí. Es mejor ir viendo sobre la marcha. No tomes ahora una decisión precipitada de la que te puedes arrepentir. Y aprovechad el tiempo que os queda hasta mañana. De todas formas, yo sí hablaría con él de estos miedos que tienes. Lo principal en una pareja es la comunicación y más ahora, que estáis empezando.
- Pues yo creo que si se lo dice, él va a creer que quiere terminar- se opuso Álex.
- ¿Tú has entendido eso cuando nos lo ha contado a nosotros? No. Afri, tienes que ser transparente. Os queréis ¿no? Hablarlo es lo lógico.
- No quiero estropear su momento.
- No lo vas a estropear. Él agradecerá que se lo digas. Igual él, con el subidón, ni se lo ha planteado y también es responsabilidad suya.

Los argumentos de Fátima me convencían, así que no lo pensé más y le llamé.

- ¡Ave María! Esto sí que es un milagro. Usted llamándome. Y más después de habernos visto hace menos de una hora. ¿Ya me extraña?- me saludó tan vital como siempre.
- Cómo lo sabes... Me gustaría hablar contigo antes de esta noche. Entiendo que ahora tenéis que hacer muchas cosas antes de iros...
- En una hora llego a tu casa.- me interrumpió- Estoy saliendo- y le oí gritar- ¡Isa! Ocúpate tú de lo mío, tengo una urgencia.
- Tampoco es tan urgente- intenté excusarme.
- A mí me parece que sí. Se lo noto en la voz. Espéreme que estoy llegando.
- No pienso irme a ningún sitio- reí.
- ¿Le he dicho ya que la amo?

Aquellas palabras fueron una flecha directa al corazón. No contesté enseguida. Estuve disfrutándolas como un eco interior.
- ¿Sigues ahí?
- Yo también te quiero. Mucho. Muchísimo.
- Acuérdese bien de cómo se dice porque ahora quiero que me lo repita en persona.

Al otro lado del banjoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora