Capítulo 1

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Si existe alguien que esté libre de pecados, que me llame y yo le regalo unos cuantos.

Empezaré contando quién soy, me llamo Alejandra Cortés y soy mexicana, aunque solo de nacionalidad, pues, a mis dos años de edad mi padre enviudó y nos vinimos a vivir a Estados Unidos

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Empezaré contando quién soy, me llamo Alejandra Cortés y soy mexicana, aunque solo de nacionalidad, pues, a mis dos años de edad mi padre enviudó y nos vinimos a vivir a Estados Unidos. Mi vida aquí no ha sido mala, es el país que recuerdo, que vi al crecer y que me dio todo.

Mi vida era normal hasta que mi padre enfermó, entonces me tocó salir a buscar trabajo, mi padre no me permitió dejar mis estudios, por lo que tuve que buscar un trabajo fuera del horario escolar, no fue ni muy fácil ni muy difícil. ¿Por qué? New York tiene mucha vida nocturna, lo malo era mi edad.

Aunque sí, no aparentaba que tenía menos de 18 años, pero mi identificación no mentía. Esa es otra historia que quizás luego les cuente. Lo cierto del caso es que primero conseguí trabajo en un puesto de comida rápida, no me fue mal, pero no ganaba lo suficiente, me tocaba hacer muchas cosas, como lavar autos, casas, cuidar bebés; este último sin duda, fue el peor de todos, mi paciencia nunca ha sido mi fuerte y el lidiar con bebés fue un trauma para mí.

Los primeros dos meses que trabajé de cualquier cosa honrada, solo alcanzaba el dinero para las medicinas de papá y el arriendo, ya la última semana no pudimos pagar el servicio de la luz y estuvimos con velas y pasando frío. Fue por eso que me vi obligada a buscar trabajo en sitios más fuertes. Terminé tocando la puerta en un antro que primero me rechazaron por mi edad, pero no me rendí y seguí yendo toda esa semana día tras día, para conseguir el empleo y lo logré.

Me contrataron para el aseo y me exigieron que debía esconderme si veía entrar algún uniformado o si ya los reconocía sin el uniforme.

Me fue bien, muy bien la verdad. La paga era buenísima, malo era mi sueño al día siguiente en el colegio, pero valía la pena, comíamos bien, vestíamos bien, mi papá pudo mejorar mucho su enfermedad y teníamos todo pago al día. Y es así como conocí a Sebastian; mi esposo.

Es mucho más mayor que yo, me lleva 17 años, pero cuando lo conocí, les juro que me enamoré perdidamente de él, aún lo quiero, de eso no hay duda. Recuerdo perfectamente la fecha: Jueves 22 de Abril de 2011

Los jueves el trabajo era muy suave, los clientes iban muy poco durante los días de semana, la cosa se ponía buena era de viernes a domingo, e incluso algunos lunes. Ese día fue mi debut como bailarina. Había entrenado muchas semanas con las chicas para aprender a dominar mis movimientos en el tubo y lo logré.

Esa noche mientras bailaba, tenía la mirada de todos y no sentía vergüenza alguna, yo no vestía extremadamente sexy y mi cuerpo tampoco era voluminoso como el resto de las chicas, no, yo a su lado era nada. Pero podía sentir el deseo de tenerme, en las miradas de todos, sobre todo en la suya.

Ese hombre de ojos celestes miraba cada uno de mis movimientos y no lo niego, le dediqué todo mi baile a él. Solo podía verlo a él mientras bailaba, solo él logró cautivarme tanto, que cuando esa misma noche me acorraló al salir del antro, no sentí miedo, solo tenía ganas de que me besara y así lo hizo.

Pasiones Infieles. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora