No puedes elegir si van a hacerte daño, pero si eliges quien te lo hace.
Bajo la misma estrella.Presente.
Cuando llego al estudio todos se callan de pronto. Camila me mira y me señala con la mano la oficina de José. Escucho gritos desde aquí y estoy casi segura que es Gideón. ¿Por qué vino? Paso saliva y me encamino hasta allá. Toco dos veces y escucho un: "Largo" de parte de Gideón. Bufo.
—Buenos días. —Entro sin importarme su orden. Gideón enfoca su vista en mí y se le nota el cambio en el cuerpo. Pasó de tener posición de ataque a estar relajado—. ¿Qué sucede? —inquiero.
—Que tu novio es un maldito salvaje que quiere acabar con la oficina porque piensa que te despedí. —José habla muy de prisa y en el proceso agita sus manos por todas partes. Suspiro.
—Me llamaron contándome del espectáculo que José te hizo pasar ayer y que después te fuiste. No contestaste mis llamadas, pensé que no querías verme. Le pagué suficiente dinero a un señor para que me diera su boleto de avión y aquí estoy. —A medida que habla, yo voy sintiendo diferentes emociones en el cuerpo. Pasé de la molestia a la sorpresa y después de eso a la felicidad. Por eso no me contengo y me lanzo sobre sus brazos. Me atrapa en el aire uniendo nuestros labios.
—¡Por favor, aquí no! —se queja José. Lo ignoramos, escucho cuando cierra la puerta.
—No te contesté porque estaba realmente ocupada —susurro. Gideón me ayuda a bajar, pero no me suelta del todo. Sus manos están a cada lado de mi rostro.
—¿Por qué no me contaste lo que pasó ayer con José? —Suspiro.
—No me gusta el chisme. Además de que él se disculpó y por eso me dio el resto del día libre —explico—. Debes empezar a controlarte o terminaremos los dos sin trabajo. —Gideón sonríe petulante.
—Eso no sucederá, Caramelo. —Su seguridad es tanta que hasta yo me lo creo.
—No entiendo porqué te deja hacer lo que te da la gana —confieso. Gideón ríe.
—Sabe que no hay alguien mejor que yo. —Ruedo los ojos.
—¿Debes irte ya? —pregunto, enrollando mis manos alrededor de su cintura. Eso le gusta, sus ojos se oscurecen.
—Aún no. Lo haré en la noche, José ya encontró un vuelo —dice de mala gana. Asiento.
—Yo debo trabajar —le recuerdo, cuando veo las intenciones que tiene.
— Lo sé, yo también trabajaré aquí. —Sonrío. Eso me gusta. Toma mi mano y abre la puerta, lo detengo antes de salir.
—¿Ya pueden vernos así? —Recuerdo que José quería probarlo, pero aún no se cumple el plazo que él dio.
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Pasiones Infieles. (COMPLETA)
RomanceSi tan solo hubiera cerrado mis ojos, cubierto mis oídos, estoy segura que todo hubiera sido igual. Porque no fue culpa de mis sentidos, no, la culpa la tuve al querer sentir más. Incluso ahora que todo ardió, puedo seguir sintiendo la brasa calient...