Capítulo 4

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Solo el latido unísono del sexo y el corazón puede crear éxtasis.

Pd: Lo siento tengo una fascinación con esta canción. Me encanta jajaja.

 Me encanta jajaja

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Presente

Lo último que esperaba recibir al llegar al apartamento con las compras, era un sobre debajo de la puerta con mi nombre en él y que dentro estuviera mi divorcio sin firmas de parte de Sebastián, pero sí con una nota de él, en la que solo dice una palabra: Hablemos. 

Niego, dejando el sobre en mi mesa de noche y la nota en la basura. Ya es la tercera vez en este mes que no firma los papeles de divorcio y solo dice lo mismo. No quiero hablar con él, no quiero verle la cara y volver a sentir el vacío asentarse en mi estómago por saber que fui una perra mal agradecida por montarle los cuernos. Tampoco tengo con quién hablar sobre eso y que me aconseje algo, no, ni amigas tengo. 

Decido darme una ducha para sacarme todo el estrés del cuerpo y olvidarme así de este día.

El baño sin duda consigue relajarme, pero no puedo disfrutarlo bien por los constantes toques en la puerta. Gruño enrollando mi paño alrededor de mi cuerpo y salgo del baño, para después salir de la habitación. 

De seguro a Moni se le olvidó su llave, no es la primera vez que lo hace, pero sí espero que sea la última. Al abrir la puerta me paralizo. Gideón está del otro lado, recorre mi cuerpo de pies a cabeza, y aunque el paño es lo suficientemente grande como para cubrirme bien, me siento desnuda delante suyo. 

—¿Me estás siguiendo? —Es lo primero que digo cuando mi cuerpo decide reaccionar a su escrutinio. Me mira con una sonrisa lobuna dibujada en su rostro y por algún extraño motivo, eso no hace más que calentar mi mano queriendo abofetearlo.

—¿Si digo que sí, sería muy malo? —Bufo y niego con la cabeza dispuesta a cerrar la puerta en sus narices, pero sus reflejos son más rápidos y me detiene a tiempo. Sin esperar invitación, entra al apartamento, examinando todo con la mirada. Mi piel se estremece, no es bueno que los dos estemos en un lugar solos y yo sin ropa, no lo es—. Pequeño, pero bonito —comenta volviendo a centrar su atención en mí. Lo miro mal.

—Vete —sentencio sin cerrar la puerta, si la cierro, sé que no habrá vuelta atrás y termináremos cogiendo en cualquier rincón del apartamento y aún no sé si quiero eso o si quiero que se vaya. Gideón me mira burlón, el bastardo no planea irse—. Llamaré a la policía —declaro sin pensar.

No se contiene y ríe estrepitosamente. Saca su celular, marca algo y me lo ofrece, lo cojo viendo que está llamando a la policía. Cuelgo antes de que atiendan y le entrego el celular.

¿Qué diré? Tengo a quién era mi amante en mi apartamento y no estoy segura de si quiero que me coja o quiero que se vaya, ¿usted que me recomienda? No, no puedo decir eso, solo de pensarlo suena mal.

Pasiones Infieles. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora