Hasta que no te sientas cómodo estando solo, nunca sabrás si estás eligiendo a alguien por amor o por soledad.
-Socrates.Presente.
Llego a casa después de una buena reunión con José, me ha agradado su personalidad fresca y sencilla. No puso ninguna objeción mientras le contaba que no tenía experiencia en el modelaje, aseguró que Gideón es el mejor en lo que hace y que aprenderé rápido trabajando con él. Quise objetar en ese momento, recordarle a Gideón que prometió no trabajar conmigo. Sin embargo, gracias a él tengo empleo y un buen empleo. Puedo aguantar su presencia, lo que no creo aguantar es la llama que sigue encendiendo en mí cada vez que lo veo.
Es increíble cómo logra ponerme a mil con solo una mirada de lado. Empiezo a creer que no es por la mirada, sino porque mi mente recuerda las cantidades de veces que me ha dedicado esa mirada mientras me ha tenido a su merced desde cualquier lado y en cualquier lado. Me acaloro.
—¿Y cómo te fue? —Me sobresalto al ver a Moni en pijama batiendo unos huevos—. ¡Oye, que no soy tan fea! —se queja. Río, beso su frente y paso a su lado directo al refrigerador. Saco una lata de Coca-Cola recostándome sobre el mesón para verla bien.
—Tengo trabajo —digo calmada. Moni me mira esperando más emoción o detalles. Quién sabe—. ¿Qué? No me mires así, trabajaré con Gideón —explico mi falta de entusiasmo del todo. Moni asiente mientras sigue batiendo los huevos.
—Ya veo. ¿Y eso qué tiene de malo? ¿Qué no podrán coger en el estudio o qué será mucha presión sexual alrededor? —La miro mal. Ríe bajito—. Vale, tú quieres alejarte. Lo sé, pero. —Ruedo los ojos. Siempre hay un pero—. Ese bombón está muy bueno como para querer alejarte. ¿Qué tiene de malo revolcarse de vez en cuando si ya no estás con Sebastián? —Increpa. Le palpo la frente en busca de fiebre. Debe tener algo, sino no hubiera dicho esas cosas.
—¿Revolcarse de vez en cuándo? —cuestiono sorprendida. Moni vuelve a reír tímida mientras vierte los huevos que batió en la sartén y empieza a freírlos.
—A ti te gusta hablar así —se defiende.
—Sí, pero tú no hablas así nunca, no tienes que cambiar —le aclaro. Moni me mira agradecida.
—No estoy cambiando, quise probar que tal me sentía hablando así, y no estuvo mal —confiesa. Ahora quien ríe soy yo.
—Bien, te ayudo a untarle mantequilla a las tostadas —propongo. Moni asiente señalando las tostadas cubiertas por el paño de cocina. Pongo manos a la obra, al terminar, cojo dos latas más de Coca-Cola de la nevera y acomodo todo en la mesa. Aunque Moni sigue negándose a comer sobre ella.
—No comeré en la mesa —declara. Ruedo los ojos de nuevo. Es más terca que una mula.
—No seas tonta. Gideón se ofreció a comprar una nueva y no quisiste —le recuerdo.
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Pasiones Infieles. (COMPLETA)
RomanceSi tan solo hubiera cerrado mis ojos, cubierto mis oídos, estoy segura que todo hubiera sido igual. Porque no fue culpa de mis sentidos, no, la culpa la tuve al querer sentir más. Incluso ahora que todo ardió, puedo seguir sintiendo la brasa calient...