Capítulo 9

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No es "Amor a primera vista".
Se llama "Calentura Instantánea".

Se llama "Calentura Instantánea"

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Presente.

Después de preparar un arroz con pollo y darme una ducha con agua fría para bajarme la calentura, ya estoy lista. Muerdo mi labio al verme al espejo, no sé porque opté por este vestido. Pero me encanta, es verde militar sin ningún detalle que resaltar, salvo porque lo estoy acompañando con una gargantilla de oro que me regaló Gideón el día que "terminé con él" no se la devolví porque insistió que la conservará. Mis tacones de aguja y punta fina, también son dorados y el bolso de mano, igual. Mi cabello lo llevo recogido en una coleta alta y de maquillaje lo de siempre. Estoy nerviosa, muy nerviosa. 

Hace mucho que no solicito un empleo, sé muy bien que este ya es más mío que cualquier otro. Pero igual estoy nerviosa. El contar los pajaritos antes de que nazcan, no es lo que me gusta. Dejo de divagar y salgo, faltan aún 38 minutos para la reunión, sin embargo, quiero tomarme mi tiempo y no llegar tarde. 

Me despido del conserje del edificio y espero un taxi, no tardo tanto en coger uno. Le doy la dirección que Gideón me mandó en la mañana y luego de unos minutos, el taxista estaciona al frente. Suspiro, le entrego el dinero y bajo. Mis piernas tiemblan, pero agradezco el mantenerme firme y no flaquear. Una chica rubia me mira mientras mastica una goma de mascar, detesto el sonido que hace al hacerlo. Respiro hondo y agrando mi falsa sonrisa. 

—Buenas tardes, vengo a ver a... —Callo al darme cuenta de que no sé el nombre del amigo de Gideón. Sé que lo dijo, pero no pedo recordarlo por mis nervios—. Deme un momento —pido y doy la vuelta dándole la espalda. Saco mi teléfono para llamar a Gideón, al mismo tiempo que él atraviesa la puerta de entrada. Su sola presencia me eriza la piel. Está enfundado en un pantalón de vestir un poco ajustado, de color negro y una camisa también negra que tiene las mangas arremangadas a mitad de brazo, dejando sus tatuajes a la vista. Cojo aire. Quiero empezar a abanicarme con la mano, pero me controlo. 

—Alejandra. —Es la segunda vez que lo escucho pronunciar mi nombre y la verdad no se escucha nada mal. Saboreo mis labios.

—Gideón —saludo igual. Mira mi atuendo de arriba abajo hasta que depara su vista en mi collar, sonríe y sube hasta mis ojos.

—José no ha llegado, ¿aceptas un café? —Asiento sin pensar. Gideón saluda a la chica a mis espaldas, llamándola como Dafne y quien le responde en un tono muy meloso. Ruedo los ojos. Gideón señala la puerta y camino delante de él, por supuesto que aprovecho para contonear mis caderas. Una vez afuera, Gideón se acomoda a mi lado—. Vamos. —Lo sigo sin mencionar palabra. Se me hace tan raro caminar con él por la calle. Se siente como si aún hiciera algo malo y en cualquier momento alguien saltara encima de nosotros llamándonos «pecadores». 

Muerdo mis labios al recordar que valió la pena pecar con Gideón. Mi cuerpo está de acuerdo con eso. Gideón se detiene frente a un Starbucks, abre la puerta para mí y me deja pasar primero. No le agradezco. Escojo una mesa cerca de la puerta por mera precaución.

Pasiones Infieles. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora