Todo tiene su lado bello, pero no todos lo ven.
-Andy WarholPresente.
—¡¿Dónde diablos está Gideón?! —José llega gritando, todos volteamos a ver a la puerta. José tiene ambas manos puestas en su cintura y mira para todas partes.
—Gideón está en Miami —le recuerda Natasha. José niega repetidas veces con su cabeza.
—Su auto está en el estacionamiento —dice de mala gana. Por algún motivo me sonrojo. Joder, yo no soy de sonrojarme.
—Yo traje el auto. —Me atrevo a responder. Ahora todas las miradas se posan en mí. José parpadea varias veces.
—¿Qué? —cuestiona, sorprendido. Suspiro.
—Gideón me prestó su auto mientras volvía —respondo, incómoda. Muevo mi pie sin saber qué hacer.
—¿Cómo es que Gideón dejó que manejaras su auto? —Se acerca desafiante a mí. Me asusto por un segundo—. ¿Cómo entraste a su departamento? —Ok, aparte de asustarme, me estoy poniendo nerviosa. ¿Qué tiene de malo que conduzca el auto de Gideón?
—Gideón me entregó el auto esta mañana cuando se despidió de mí en el aeropuerto. —Las personas han dejado de hacer lo que sea que estuvieran haciendo y ahora nos miran atentos. José me mira confundido. Le faltan unos cuantos pasos para estar frente a mí.
—¿Esta mañana? —insiste. Cierro los ojos, no tengo porqué darle explicaciones de mi vida.
—Sí —contesto simple.
—Gideón se fue de viaje el jueves junto a los demás —me recuerda como si estuviera loca.
—No tengo porqué darte explicaciones o a alguno de ustedes, pero Gideón viajó ayer para pasar el día juntos y se fue hoy en la mañana. —A medida que hablo, ellos van abriendo los ojos. Ni siquiera se esfuerzan en ocultar su interés y sorpresa por mi respuesta.
—A mi oficina. ¡AHORA! —Doy un salto, asustada por su grito. ¿Qué sucede?
Sale rápidamente en dirección a su oficina, las chicas me miran preocupadas, imagino que le devuelvo la misma mirada, porque las de ellas se asustan más.
Tomo aire y camino como cordero hacia su matadero: aterrada. Toco dos veces la puerta antes de entrar y escucho un: "adelante". Suspiro y entro.
—Antes de que empieces a decir algo, me gustaría saber por qué te afecta tanto que conduzca el auto de Gideón —suelto sin respirar. José da vuelta, con las manos en su cintura y me mira furioso.
—¿Me afecta? —Se ríe sin ganas—. No me afecta, me aterra la idea de que Gideón se esté enamorando de ti —confiesa. Eso me dolió.
—¿Qué tiene de malo que eso suceda? —replico.
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Pasiones Infieles. (COMPLETA)
RomanceSi tan solo hubiera cerrado mis ojos, cubierto mis oídos, estoy segura que todo hubiera sido igual. Porque no fue culpa de mis sentidos, no, la culpa la tuve al querer sentir más. Incluso ahora que todo ardió, puedo seguir sintiendo la brasa calient...