El opuesto

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Cientos de kilómetros al oeste, con respecto al cerro previo de Amancay, en un lúcido pueblo áspero, pero elegante; reconocido en todo el país como la "tierra de bellas mujeres", de nombre "Pueblo Don Ortiz", nace en una familia simple, humilde, no obstante, de gran corazón, una niña que en retrospectiva lleva al mundo entre sus brazos, y en sus ojos, marcas de esperanza que señalan la brevedad y gran importancia de su existir.

 Helen Rodríguez, hija de Osvaldo Rodríguez y Sonia del Toro; llevaba una emblemática sonrisa, que descifraba el quid de la felicidad de cada ser vivo en el planeta.

Cada uno de sus familiares posee una apariencia idónea, que para muchos era como si fueran parte de la realeza, la muchacha era reconocida en todo el pueblo por su espíritu aventurero, su afán de encontrar algo más que a sí misma, sin embargo, las épocas del desdén estaban muy próximas.

 El tiempo fue moldeando su apariencia, al principio, en su hogar solo vivían ella, su hermano y sus padres; el instituto, fue de gran controversia, ya que no fue la mejor estudiante, ni la peor, pero llevaba gran fe, además de caritativa, era ocurrida; hubo circunstancias muy graciosas para su madre.

Durante un tiempo, Helen y su hermano Jorge, iniciaron un negocio a las afueras del colegio, en donde con anterioridad encontraron a una gata de manchas blancas y pelaje negro, que dio a luz a un montón de mininos, los cuales necesitaban un hogar, y las ideologías de ambos hermanos, fueron el de comerciarlos a un bajo coste; un dólar por gato, su madre se enteró pocos días después, a pesar de la grandiosa idea, y de las risas provocadas en las cenas familiares, debido al "negocio familiar", llevó a que fuera olvidado, no obstante, todos las crías de la gata sí fueron vendidas con éxito.

La morada de la familia Rodríguez era muy representativa, puesto que conservaba algunos toques tradicionales, como un balcón amplio, y los ventanales modernistas con formas rectangulares, aunque, ya se había iniciado la adaptación arquitectónica de la época, las paredes hechas completamente de concreto, evitando el antiguo "pegamento", basado en estiércol, químicos clandestinos, elaborados por campesinos expertos en el tema; la pintura de un color piel bajo, y la puerta del frente reemplazada por una de metal mucho más gruesa que la realizada con madera de roble.

Las vestimentas de cada integrante en la familia, ya habían dejado el toque colonial, y sobre las expectativas de los pueblerinos, cada uno llevaban prendas muy diferentes; los padres de Helen, sin embargo, aún vestían elegantes en cierto sentido, aunque no como antes.

 Helen por otra parte, inició usando pantalones jeans contemporáneos, que en su mayoría, todos en el pueblo se comenzaron a acostumbras, mientras que las blusas que usaba, eran de diseños ambiguos y que bastaba con observarla para notar las diferencias del antes y el después. Su hermano contribuyó a la nueva moda familiar, llevando a franelillas de algodón y pantalonetas de tela casuales; lo que fue mucho más rápido de implementar en las ciudades.

Helen tuvo cierta complicación académica, al finalizar su último año en el pueblo, le dieron la desastrosa noticia, de la retirada de toda la familia hacía la ciudad, por lo que debía despedirse de cada uno de sus amigos, lo que no fue fácil para ella.

Julio, por otra parte, se inmutó un poco más, pese a que también sentía algo de pésame por todo lo que dejará atrás; le contó a los amigos de Helen sobre lo sucedido, y al próximo día, antes de empacar todas sus pertenencias e irse a Amancay, le hicieron una despedida colosal en el instituto, todos sus profesores realizaron grandes platos tradicionales muy deliciosos, como carnes cubiertas de salsas especiales de tomate, o pasteles de arándanos, entre otros; cada persona aportó con un obsequió que le recordarán a Helen su pasado; grandes cantidades de globos de todos los colores, guirnaldas, estrellas de papel, fotos de cada momento especial, cada pieza en un solo lugar, y al finalizar la fiesta, todos le desearon a Helen sus más sinceros deseos, hasta que se marchó junto a su familia hacía el horizonte.

A miles de kilómetros del nexo en donde se desarrolla los furtivos recuerdos de cientos de espíritus libres, las expectativas territoriales y deseos persuasivos de millones de seres humanos se vieron amedrentados por el terror.

"¡El tirano!", gritaban unos, "usurpadores", gritaban otros; sin embargo, la única esperanza que era disfraz de la mirada de pocos, fue lo que para la familia de la Cruz tuvo sus oportunidades. Cuando Rafael de la Cruz nació, las circunstancias tuvieron graves defectos, su familia, su padre Anderson de la Cruz, junto a su esposa Andrea y su hija Andreina; obtuvieron grandes peripecias del caos.

A lo que no detallaré con pequeñeces; lo que sucedió fue lo siguiente, tras la victoria en "la guerra helada" por parte de los partidos conservadores, hubo grandes levantamientos liberales por parte del pueblo y grandes sectores agrarios esenciales, la mayor parte de las personas optaron por acabar, cortando de raíz, cada hecho en las ciudades.

Los liberales, que ya para ese instante eran considerados terroristas, implantaron un segundo gobierno, algo más "caucásico".

 Lanzas, palos, antorchas, vidrios rotos, e incluso, bombas de excremento, incendiarias, entre otras, fueron el único medio para acabar con lo que para la gran mayoría en el país eran los resultados sin reproche alguno por parte de la mala administración gubernamental.

La familia de la Cruz para su desafortunada suerte, residían en la capital cerca de la plaza de la revolución, llamada así por dar origen al primer grito de independencia por parte de un país anteriormente colonial. 

Las fuerzas para aplicar una seguridad mucho más productiva se vieron agotados, la única solución para la ya nombrada familia era huir del lugar.

Anderson de la Cruz tuvo grandes desdichas, múltiples saqueos en su hogar, amenazas de muerte, la devaluación de la moneda nacional, y en dos o tres ocasiones, le colocaron varios coches bomba a unos pocos metros de su vivienda, sin explicación alguna, ya que la respuesta para quienes no apoyaban la causa liberal, tuvo que vérselas directamente con este partido. Los conservadores eran pasivos, aunque, por las diversas crisis económicas en las que se sucumbieron, no era posible una respuesta para los terroristas.

Es necesario huir, debemos abandonar el lugar, ya no estamos seguros en nuestras tierras.

A muy corta edad Rafael apenas percibía con cierta bondad lo que su padre trataba de explicarle. El gran esperado día llegó, Anderson tuvo gran viveza, a la mañana del lunes de la semana siguiente al tercer atentado (coche bomba), planeó el gran escape; con muy pocas maletas, le pagó con alimentos a un grupo de hombres que eran "amigos" de la familia que residía a lado de ellos, no obstante, nadie sabía de esa familia desde hace unos meses, sin embargo, los hombres tuvieron la grandiosa amabilidad de aceptar el trato, a pesar de que nunca resaltaron si apoyaban o no al partido liberal, pero eso no detuvo a de la Cruz.

Ya que los hombres poseían sus distinguibles yeguas, montaron gran variedad de objetos para el viaje, y pasar desapercibidos como familiares, fue una jugada compleja, algo sumamente abstracta a mi parecer. 

Luego de días de viaje, ya que los propios recursos, tanto de combustibles como de alimentos se agotaron en todo el país, fue simple y eficaz el paso a un nuevo mundo, y de esta manera, cruzaron la frontera, lo que para de la Cruz tuvo gran éxito, decidido a empezar nuevamente, en ciudad Amancay, no dudó y les pidió a los tres caballeros que les dejarán cerca de un poblado para iniciar sus planes y llegar a la ciudad, fue así como luego de unos años, se prepararon para algo colosal. 

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