De vuelta al mundo

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Un año más, vaya por Dios, nuevamente escuchar el fervor con el que te cantan a todo pulmón el feliz cumpleaños, ¡diversión!, ¡pastel!.

Lo triste es recordar que al siguiente día todo vuelve a la normalidad, de hecho, se torna oscuro y triste; mucho más cuando se trata de un nuevo inicio de clases.

¿Cómo no olvidar aquel día?, se produjo la típica sensación de pesadez, aburrimiento, calamidad y un deseo de no volver a aparecerse por esos lares. Nos tomó por sorpresa el sermón del director, que de todas maneras no acabaría ahí, durante todo un año, en cierto día, y en tal hora específica, nos serviremos un buen plato de ¡valores!, que sádico, ¿verdad?.

Emprendimos cada uno a paso lento y melancólico hacía los salones, nuevamente a la rutina...; la mayor tortura posible, es tener que hacer lo mismo cada día. Nos ubicamos en los asientos, claramente, cada uno optó por encontrarse cerca de su grupo favorito, pese a que algunos, pues, solo nos manteníamos en un rincón evadiéndolo todo.

No obstante, la figura de un predispuesto caballero se asomó bajo el dintel de la puerta, dio un paso rápido e incalculable, con una tez calmada, una mirada segura, y unos cuantos libros, deduje por su apariencia, que se trataría del tipo de profesor que acabaría dictando un par de palabras, luego, subrayaría lo que le conviene, y san se acabó. Mas un par de cachetadas me merecía por pensar de tan deshonrosa forma.

-Alguno de vosotros conoce esto... -dijo observándonos mientras sostenía un dichoso libro-.

-Es un libro -dijo el graciosillo del grupo-.

-Correcto -señaló el profesor-, sin embargo, este libro contiene algo esencial -dijo levantando aquel texto-.

-... -nadie decidió abrir la boca-.

-¿Alguien ha viajado a Rusia? -preguntó el señor-.

-... -nadie respondió-.

-Este libro fue el causante de una de las revoluciones más despiadadas de la historia, literalmente, el tratado comunista de Karl Marx, formó un bando muy poderoso.

-Eso no es posible, es solo un libro -respondió un iluso-.

-Quizás, sin embargo, la historia tiene muchos hincapiés, durante la gran primera guerra mundial, unos hombres llamados Lenin y Stalin, los cuales por cierto, no son sus verdaderos nombres, leyeron éste libro, ya que buscaban una solución para el reinado devastador de los zares, o reyes rusos; todos los aliados revolucionarios rusos aprovecharon de que Rusia se encontraba en medio de una guerra para de esta forma tomar el poder e implantar un modelo de igualdad, a lo que conocemos como comunismo.

-... -todos por primera vez en sus vidas incluyéndome, nos tomamos una pizca de tiempo para escuchar esas historias, ya no era tan aburrido-

- "Es mucho mejor morir de pie, que vivir de rodillas", ¿alguien conoce ésta frase? -preguntó el profesor con optimismo-.

-Lo dijo mi abuelo -respondió uno-.

-De hecho la frase proviene de Emiliano Zapata, quien junto a Pancho Villa y otros personajes, luchó en la revolución mexicana -respondió con una sonrisa el profesor-.

- No lo sabía -contestó un espectador-.

- ¿Qué ocurre si cae un árbol en medio de un bosque y no estamos ahí para verlo?, ¿produce ruido o no? -preguntó dirigiéndose a Emilia-.

- Supongo que sí... -respondió-.

-¿Cómo lo sabríamos, si no estamos ahí? -respondió el maestro-.

-... -todos dudaban de sí mismos, nadie lo había pensado-.

-Señores, "hay más cosas en el cielo y en la tierra, de las que pueden imaginar con sus filosofías", William Shakespeare -dijo el maestro-.

Tuve una sensación que me recorrió el cuerpo, como un hormigueo, e incluso pensé que perdía mis sentidos, en medio del expreso todos comentaban sobre aquel maestro.

-¿Qué opinan ustedes?, no me convence mucho -decía uno-.

-Pienso que trata de mostrarnos algo -intervine yo-.

-Espera a que comience con sus patrañas -reprochó otro de un salón diferente-.

-Le daré una oportunidad -respondí-.

-¿Recuerdan su nombre? -preguntó una chica-.

-No -contesté-.

-Karl Schnitzler -aclaró un chico-.

La rareza abundó mis pensamientos, será que, ¿jamás escuché algo en mi vida?, y tal vez por ello no recuerdo ni la más mínima regla del pasado, o una clase antigua, toda esa niebla se esfumaba poco a poco, ¿qué es esto?, ¿conocimiento?, las vendas de mis ojos iban cayendo.

Al anochecer, en medio de la cena, Manuel que regresaba del trabajo dijo:

-Nos volveremos a mudar, les tenemos una sorpresa.

Me quedé adormecido, ¿otro cambio?, ¿dónde?, por fin, después de tantas discusiones, gritos y riñas, decidieron un cambio realista, llegó la hora de que podamos ser felices, necesito más que solo puñales en mi corazón. 

50 sueños sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora