No sé cómo ponerle pero es algo que soñé

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-¡Terminamos!-

-¡Como quieras!-

La aquamarina salió de la casa de los rubios enojada.

Llegó a su casa y cayó al suelo mientras lloraba.

Trató de recordar por qué había terminado con el chico rubio.

Tenía un recuerdo borroso.

Demasiadas peleas.
Demasiada desconfianza.
No iba a funcionar.

Lo veía desde un principio.
No estaban destinados.

Por otra parte, el chico se encontraba algo decaído.

Sabía que no todo duraba por siempre.
Sabía que no todo eran mariposas y arcoíris.

Realmente amaba a la aquamarina.

Pero las peleas constantes le reprochaban constantemente que pronto todo acabaría.
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Había pasado un mes de la separación de ambos chicos.

A ambos aún les afectaba la situación, pero trataban de distraerse con otras cosas.

El chico pasaba el tiempo con su hermana y la chica peliverde.
Al momento de terminar, la aquamarina había cortado toda relación con ellos.

Incluso con la pelirroja.

La aquamarina se entretenía también en compañía.
Salía con algunas de sus otras amigas a comer, a pasear y a pasar el rato.

Un día tranquilo, la aquamarina había salido con sus amigas al parque.

Era una tarde calmada.

Era.

-¡Vamos! Por favor...- decían al unísono sus amigas.

-De acuerdo, iré. ¿Qué desean?-

-¡Un bizcocho!-

-Galletas-

-De acuerdo. ¡Pero no se acostumbren!-

La aquamarina salió con dirección a un café que se encontraba a unas pocas cuadras del parque.

Llevaba una pequeña mochila, en el cual solo alcanzaba su celular y una botella de agua.

Llegó al café y pidió lo encargado.

Cuando retiró el pedido, lo guardó en la mochila y salió.

¿Nada fuera de lo normal verdad?

Para la aquamarina no era normal.

Ahí estaba, solo.
Aquel chico al cual había alejado de su vida.

Ambos cruzaron miradas y la aquamarina empezó a recordar todos los momentos vividos.

Las cartas juntos.
Las tardes juntos.
Los paseos juntos.
Las bromas juntos.
Las peleas juntos.
Los gritos juntos.
Los celos juntos.
Los desacuerdos juntos.

Los sentimientos heridos.
La desconfianza.

Su relación pendía de un hilo.

Y sin embargo, se rompió.

¿Por qué había tomado tan drástica decisión?

La aquamarina lo pensaba una y otra vez, pero nunca entendió el motivo.

Una punzada en el corazón.

Salió rápido del lugar.

Se encontraba en la calle.

Tú llegaste a mi vida | LenKuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora