Me olvidé de ponerle título, mepEr d0nan¿

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(Me dio hambre 😔
Lo que están viendo en la multimedia es Seblak, es un plato salado y picante originario de la cocina Indonesia. Una amiga me dio la idea de este plato 🤠 no verá esto, pero gracias por la idea indirectamente 😌
Sin más, comencemos 🤠)
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La aquamarina se encontraba en el parque para niños, cuidando de su "prima".

Todo iba bien.
Demasiado bien.

Faltaba algo.
Y pronto llegó.

Cuatro madres rodeando a la aquamarina.

-Tienen un serio problema si me ven algún parecido con ella- soltó la aquamarina.

-¿Y si el padre las hubiera abandonado?- preguntó una de las mamás.

La aquamarina soltó una risa.

-¿A ustedes lo único que les importa es meterse justo donde no deben verdad?-

-No vida, lo único que nos importa es que nuestros hijos no cometan el mismo error que tú- respondió otra mamá.

Se encontraba rodeada.
Como si de una celebridad se tratara.

Cada historia era un motivo de risa diferente.

-Es increíble lo ridículas que pueden llegar a ser- rió la aquamarina.

-¿Y sí...--

-¡Aina! ¡Vamos!-

La mayor tomó a la infante de la mano.

-Hablan tanto sobre nosotras pero, ¿Qué le están enseñando a sus propios hijos? ¿Qué aprenderán ellos al escuchar a sus madres hablar mal de alguien? No querrán que ellos hablen mal de ustedes... ¿O sí?- la aquamarina y la pelinegra se retiraron.

-¿Te divertiste en el parque?- preguntó mayor.

La menor asintió saltando.

-Veo que aún no te cansas- rió.

La madre de la pequeña había salido a una reunión, llegaría luego del almuerzo.

-¿Tienes hambre?-

-¡Mucha!- respondió la pelinegra.

-De acuerdo, vamos a casa-

Ambas se dirigieron a la casa de la aquamarina.

La aquamarina preparó seblak, una receta que le gustaba mucho hacer.

No era idiota ni nada.

Sabía cocinar a la perfección, pero siempre creía que a nadie le gustaría su comida. Así que decidió no demostrarlo.

-¡Está rico!- exclamó la pelinegra.

-¿Realmente te gustó?- respondió algo avergonzada la mayor.

La contraria asintió.

Cuando esta terminó su almuerzo, salieron con dirección a casa de la ya mencionada.

De pronto la pequeña se encontraba alejándose del camino.

-¡Aina! ¡Aina, regresa!- salió corriendo tras esta última.

Siempre era lo mismo.
El regreso a casa siempre era una maratón.

-¡Aina, basta por favor!- empezó a cansarse.

La menor se detuvo y volteó hacia la aquamarina.

Esta, casi sin aire, cayó al suelo tosiendo.

-Tienes... Que dejar... De hacer eso... Siempre...-

La pelinegra le daba palmadas en la espalda a la aquamarina para que su respiración mejorara.

Tú llegaste a mi vida | LenKuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora