- Eliana -
Coloqué el bolso sobre el respaldo de la silla del comedor, terminando de ajustar mis aretes mientras me acercaba con suavidad hasta la puerta corrediza de cristal. Allá fuera en el patio, Cecil acomodaba sobre su cabeza el gorro de paja, llevando delicadamente una mano sobre su cintura, y justo cuando Salvador sacudió el brazo hacia mi dirección, ésta giró con curiosidad.
Sonreí y al instante, sentí la presión de las patas de Chistri sobre mi pierna derecha, exigiendo un típico saludo mañanero mientras se estiraba en un rápido movimiento.
—Hola, cosita, ¿ya desayunaste? —le pregunté al perro mientras le hacia gracias, llegando hasta el suelo para acariciarlo y darle un beso sobre la cabeza. —Por que, no sé tú, pero yo muero de hambre. —
Las puertas corredizas junto al comedor se abrieron de inmediato, y observando como la tía C hacia su grandiosa entrada, me erguí y sonreí ampliamente al ver que me mostraba el bonito collar de joyería que Salvador le obsequió por su aniversario de bodas.
—Buenos días, mi amor. ¿Descansaste? —preguntó Cecil, estrechándome en un fuerte abrazo para entonces dar un beso sobre mi mejilla. —Dios te bendiga. —
—Bendición. —contesté, alejándome lo suficiente para luego dar un golpe ligero sobre el sombrero de paja, haciéndola reír. —Si, todo en orden. ¿Qué hacen allí afuera? —pregunté, caminando a la nevera para tomar la jarra llena con jugo de naranja.
—¡Estamos limpiando la parrilla! Salvador quiere hacer la cena en el patio.—informó emocionada, caminando a mi lado hasta acercarse a encender la estufa. —Te haré desayuno. Sobró mezcla de panqueques. —murmuró, buscando los recipientes. —¿Crees que Vicky quiera acompañarnos? —miró de manera curiosa hacia mi dirección, pareciendo realmente emocionada por la idea.
—Bueno... —dudé, y buscando un vaso, di un sorbo al jugo para aplacar la sed. —¿De casualidad te fijaste a la hora que llegamos anoche? —subí las cejas, viendo como vertía la harina con agilidad sobre el sartén.
—Claro. La alarma de la puerta registró movimiento a las 3:15 de la madrugada. —contestó con tono obvio.
—No se si sentirme aliviada... o mortificada. —agregué con sinceridad, subiendo las cejas, escuchando como al instante Cecil comenzaba a reír en grandes carcajadas.
—¡Que dramática! Definitivamente eres hija de tu madre, no hay duda. —expresó, tratando de controlar la risa. —Eliana, me divertí igual que tú cuando tenia tu edad. —sus cejas se elevaron, apretando los labios en una sonrisa. —Uno como madre siempre se preocupa, no te lo niego, pero cuento con que se cuiden bien entre ustedes. —aseguró. — Pero ahora, ¿que tiene que ver todo eso con Vicky? —
Tomé asiento en un espacio libre sobre la barra, suspirando, e intentando buscar las palabras adecuadas para contarle lo sucedido, hice una pequeña mueca.
—Bueno, pues resulta que cuando llegamos... descubrimos que su mamá la estaba esperando despierta. Si me lo preguntas, no parecía de muy buen humor, y... Vicky llegó muy ebria. —mordí mis labios, viendo al instante el gesto preocupado en la cara de Cecil. — Ella estaba bien, solo que muy achispada. —aclaré, y notando que me prestaba atención, continué. —Entonces, escuché cuando comenzaron a discutir... pero luego no supe más nada.—expliqué, lentamente, notando como Cecil suspiraba pesadamente. —No he hablado con ella, y la verdad es que no se si todavía sigue durmiendo. —
—De acuerdo. —tomándose un minuto para pensar, apretó los labios sin muchas opciones. —Si se comunica contigo, por favor, dile que pase a comer, que estaremos en el patio haciendo la barbacoa. —concluyó, poniendo un par de tiras de tocineta a freír.
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ENAMORADO DE ELIANA © - ACTUALIZANDO
RomanceLista para celebrar sus veintitrés años, Eliana Corbin descubrió dos cosas que la iban a ayudar a no perder la cabeza. La primera, el amor no era más que sacrificios y malos ratos, todo el tiempo. Según experiencias ajenas, estar enamorada era inten...