- Eric -
Decidido a tomar la poca cerveza que quedaba en la botella de cristal, relamí mis labios húmedos y los mordí, pensativamente. Dejé la basura a un lado de mi cuerpo, sacudiendo mis manos, y fijándome en el rostro de cada una de las personas que se encontraban allí conmigo, sentí, de alguna forma, que nada tendría el poder de opacar este sentimiento de tranquilidad.
Leves carcajadas, Anthony junto a María Victoria jugando muy cerca del agua. Ángel parecía concentrado en su computador y Emmanuel veía de manera interesada los videos que Gustavo se había empeñado en mostrarle muy a pesar de él haberse negado desde un inicio.
Allí, sentado en la arena mientras escuchabas el zumbido de las olas al chocar contra la orilla de la playa, las cosas no parecían tan malas. Cualquiera que preguntase, era todo lo contrario. ¿Dónde serías capaz de encontrar una paz cómo está? Seguramente en ningún otro lado.
—Acepto. —
—¿No habíamos quedado en que lo harías? —subí una ceja, girando el rostro lo suficiente para mirar a Eliana con curiosidad. Ésta se había mantenido callada desde hace un rato, ocasionando que nos adaptáramos a un silencio repentinamente cómodo.
—Nunca me diste tiempo a responder... así que literalmente llegaste a esa conclusion tu solo. —zanjó con tranquilidad, abrazándose las piernas sin dejar de mirar hacia el agua, a aquel punto donde el cielo vagamente se unía al mar luciendo un bonito color entre el naranja y el rosado.
Observé hacia la cámara, pendiente de aquellas fotos que en mi opinion tenían un brillo que nunca antes había notado en alguna otra fotografía que había hecho. Cada recuerdo impreso en una imagen detenía los momentos felices o, duramente, los amargos procesos de la vida. Mirar a Eliana Corbin a través del lente te dejaba con una tranquilizante sensación en el pecho, no identificando por qué, pero admitía que su aura era atrayente.
—Anthony me contó sobre tus padres. —murmuré, notando como me miraba por leves instantes con una ligera sonrisa sobre los labios.
—Anthony es un boca floja. —agregó, riendo.
—Si. —sonreí, dándole la razón. —¿Es demasiado si pregunto que fue lo que paso con ellos? —
Escuchando la madera crujir bajo el efecto del fuego a escasos metros, noté de la manera en la que se irguió, llenado sus pulmones con una gran cantidad de aire y moviendo sus pequeños dedos de los pies hasta cubrirlos con una ligera cantidad de arena.
—Supongo que no... he hablado de esto muchas veces con Margot. —murmuró, recargando la quijada del brazo, frunciendo el ceño, entonces supe que estaba escogiendo las palabras adecuadas para contestar. —Mi padre murió cuando yo tenía nueve, pertenecía al Cuerpo de Marines, y mi madre falleció hace dos años, Cáncer de Ovario. —
—Lo siento, no debí haber... —
—No... la realidad es que cada vez que hablo sobre lo que pasó... es menos pesado. —agregó, interrumpiéndome. —Aunque al principio no era de esa manera. —sonrió, entonces un delgado manto de tristeza le cubrió el rostro. —¡Al menos puedo decir que sigo sobreviviendo! —se carcajeó, moviéndose hasta colocarse en posición india sobre el suelo.
—Y tienes una hermana... ¿cómo es que puedes lidiar con un adolescente? Gustavo esta a punto de entrar en esa fase, me vendrían bien los consejos para que mamá no se ahorque. —
—¡Vamos! Cuando comencé a trabajar pensé que pasaría mucho mas trabajo con él... y creo que fue todo lo contrario. —señaló hacia donde se encontraba sentado, resoplando. —Pero creo que... debes dejarlos experimentar. De esa manera ellos mismos se darán cuenta de los errores que cometan en el camino y serán quienes decidan no volver a tomar las mismas decisiones. —
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ENAMORADO DE ELIANA © - ACTUALIZANDO
RomanceLista para celebrar sus veintitrés años, Eliana Corbin descubrió dos cosas que la iban a ayudar a no perder la cabeza. La primera, el amor no era más que sacrificios y malos ratos, todo el tiempo. Según experiencias ajenas, estar enamorada era inten...