- Eliana -
Toa Alta, Puerto Rico.
A veces, es imposible que sepas a qué atenerte. Digo, así es el destino. ¿No? Impredecible. Y por más que pasemos media vida intentando prepararnos para el futuro... la realidad es que nunca estaremos lo suficientemente listos como para enfrentarnos a los tropiezos del camino. Suena injusto, lo sé.
Mi madre lo había dado todo por amor, incluyendo algo tan valioso como lo era el amor propio. Decía que cuando uno encuentra a esa persona que esta dispuesta a arriesgarse contigo por la vida, el cerebro deja de funcionar en su totalidad. Es como una pendejada que ocurre tras otra, por qué le has permitido a tu corazón ser el dueño de tus decisiones, y para mi mala suerte eso fue lo que aprendí. A que no importan los tropiezos o lo dura que pueda ser la vida contigo, debes demostrar que tu corazón sigue dispuesto a ofrecer amor, o en todo caso a mostrar que tan pendeja puedes ser que viene siendo prácticamente lo mismo.
No es que sea malo, claro, algunos tienen suerte. Pero cuando tienes el corazón de un artista, como fue en el caso de mi madre, tus emociones pueden más que la razón, el corazón es más importante que la insistencia de una conciencia imprudente y te aferras a lo positivo, todo el tiempo, aunque tu futuro sea incierto. Se dice que a eso se le llama vivir el momento. Justo por eso deseaba ser igual de apasionada, profunda, creativa e increíblemente libre de pensamiento como lo fue la mujer más importante de mi vida. Olvidaría por un momento las dudas constantes que me acosan, el sentimiento de responsabilidad, sería feliz, pero lamentablemente una de las dos debía vivir en la realidad, y esa tarea recayó en mí, así como todo lo demás.
Apagué el motor, dejando caer las llaves entre mis piernas al recostar el cuerpo del asiento del conductor de mi vieja Ford, no pudiendo evitar el soltar un largo suspiro. Sostuve el celular entre mis manos y observé como el nombre de "Jonathan" aparecía por décima vez en la enorme pantalla táctil, rodé los ojos e instintivamente mi dedo indice rechazó la llamada.
— Al cuerno contigo. —susurré decidida.
El día había comenzado horrible y por consiguiente, se empeñaba terminar de la misma manera. Hoy se cumplían dos meses desde que mi salario había dejado de ser el mismo, la razón principal fue quedarme desempleada, o al menos perder uno de mis dos empleos a tiempo parcial. En aquel momento no le vi la relevancia, bien podía sobrevivir un par de semanas con lo poco que conseguía al pasear perros por la capital, pero el entregar solicitudes de trabajo y no ver los resultados comenzaba a ser desesperante.
Unos ligeros golpes en la ventanilla de la guagua me hicieron girarla cabeza con rapidez, y observando un rostro conocido, recordé que ya había llegado a casa.
— ¿Piensas bajar de ahí? Tengo algunas pechugas de pollo que pienso rellenar con queso, jamón y tocineta. ¿Tienes hambre? —
La mujer llevaba unos pantalones a la rodilla, una camisa repleta de pintura y unas sandalias desgastadas. Posaba las manos en su cintura, en la espera de una respuesta, y entonces, cuando llegué a la conclusión de que no mejoraría mi vida quedándome encerrada y muriendo de hambre, asentí, no muy entusiasmada, tomando la mochila para luego bajar del interior de la camioneta con evidente desgana.
— ¿Dónde están todos? — pregunté una vez junto a Cecil, saludándola con un beso en la mejilla y un corto abrazo. — Hay mucho silencio en esta casa. —
— Tu tío esta buscando a las niñas en la escuela, ¿recuerdas? Ahora toman tutorías hasta las 5:00pm. ¿Te fue bien en tu primer día de clases? —
ESTÁS LEYENDO
ENAMORADO DE ELIANA © - ACTUALIZANDO
RomanceLista para celebrar sus veintitrés años, Eliana Corbin descubrió dos cosas que la iban a ayudar a no perder la cabeza. La primera, el amor no era más que sacrificios y malos ratos, todo el tiempo. Según experiencias ajenas, estar enamorada era inten...