- Eliana -
—Por favor, dime que ya no sigues molesta con Eric. —
Escuchando la voz suplicante de Maria Victoria, levanté la vista de mi libro hacia su persona, sin poder evitar rodar los ojos de manera automática ante la sonrisa burlona que se extendía por su cara.
—¡Te estás haciendo la dura! No te había visto en esta actitud hace mucho tiempo. —volvió a insistir.
—No me hago la dura, realmente estoy molesta. —zanjé, regresando a la lectura.
Decir que me había esforzado mucho en mantener las distancias con él no era exagerar, pues era justo lo que había estado haciendo desde hace algunas horas. Vicky no cooperaba, y Eric, por su parte, había provocado que quisiera ahorcarlo, lentamente... para disfrutar del proceso. Mi mejor amiga, mientras tanto, se dirigía hacia el mismo camino cagado en el que se encontraba el hijo mayor de los Sandoval. La única diferencia es que ella lo sabía, y con toda la naturalidad del mundo se lo pasaba por el fundillo.
—¡Siendo realistas, los dos deberían dejar el maldito drama! —
—¡Bien! Se que no debería dejar que su actitud de pendejo me saque de concentración pero es que simplemente no lo puedo evitar. —admití, cerrando el libro de mala gana hasta ubicarlo sobre mis piernas, dejando un espacio lo suficientemente cómodo en la silla de playa para que tomara asiento.
—¡Ya veo! ¡Hasta te hace soltar groserías! ¡Que puntería! Ni Jonathan hizo tan bien el trabajo. —murmuró con diversion, tomando asiento a mi lado.
—¡Bueno, muy graciosa, olvídalo! Tampoco me ayuda seguir hablando sobre el tema. Mejor dime, ¿qué traes ahí? —subí las cejas, viendo como sacudía lentamente la botella de tequila a escasos centímetros de mi rostro.
—Quiero que te des un trago conmigo y bajes el estrés. ¿Puedes hacerlo por tu amiga? Los chicos preguntan por que estas de tan mal humor y ya Eric no sabe en donde meter la cara. —se carcajeó, logrando que mis labios hicieran una mueca.
—Estoy pendiente de Gustavo... —
—Gustavo esta justo ahí. —señalando hacia una silla de playa colocada bajo la sombra, me fijé en el pre-adolescente que hace poco había tomado una ducha luego de un largo día en la piscina. —Y si me lo preguntas, esta demasiado concentrado en esos videos científicos de Youtube como para que te preocupes por él. Anda, di que si. —
Lo pensé, detenidamente, haciendo una mueca hasta soltar el aire. Luego, acomodándome sobre el asiento en forma india, asentí una vez, provocando que Vicky sonriera orgullosa mientras servía dos tragos en aquellos pequeños vasos de colores que había traído Anthony durante la mañana. Relamí mis labios, ingiriendo el ardiente liquido sin pensarlo demasiado, y mientras mi rostro se contraía por el sabor, no pude evitar comenzar a toser y que mis ojos se cristalizaran.
—Vas a matarme... —admití, haciendo caras raras.
—¡Carajo! Pero es que ni siquiera esperaste por mi. ¿Salud? —rió, tomando su dosis, para luego pasarme una cerveza prácticamente al instante. —Ten, esto ayudará. ¡Ahora intenta relajarte y deja esa cara de amargada! Ven... nos sentaremos en la playa un rato, los chicos quieren hacer una fogata antes de que empiece a oscurecer.—
Dando un largo sorbo a la cerveza, sostuve la mano que me ofrecía con firmeza, sintiendo la fuerza que aplicaba hasta ponerme de pie. Acomodé el traje, viendo a la puerta corrediza que daba hacia la cocina, cuando noté como Anthony, Ángel y Emmanuel se hacían espacio hacia el interior mientras charlaban y sonreían por un chiste que no fuimos capaz de escuchar por la distancia.
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ENAMORADO DE ELIANA © - ACTUALIZANDO
RomanceLista para celebrar sus veintitrés años, Eliana Corbin descubrió dos cosas que la iban a ayudar a no perder la cabeza. La primera, el amor no era más que sacrificios y malos ratos, todo el tiempo. Según experiencias ajenas, estar enamorada era inten...