The Oscars | t.c.

08. día uno

Ella agarró su portatrajes de su equipaje y se encaminó para encontrarse con Timothée. Su estómago hacía erupciones de emociones, le dijo que la esperaría en la puerta. Puso su bolsa sobre su hombro y atravesó la puerta de salida.

Timothée se balanceaba de un lado al otro sobre sus talones, estaba muy nervioso porque la vería. Habían estado mensajeándose sin parar por dos semanas y ahora se verían el uno al otro otra vez, tomó un respiro profundo pero el aliento se detuvo cuando la miró.

Ella no pudo dejar de sonreír cuando se acercó a él, su cabello estaba rizado y despeinado pero hacía que funcionara. Ella se puso enfrente de él y nadie sabía qué hacer o decir pero no se sentía extraño.
-¿Puedes darme un beso de bienvenida?- el coraje de Timmy estalló sobre sus deseos. Ella dejó salir una corta risa pero no paró de sonreír.
-¿Los hombres enormes de trajes negros ya se fueron?- Ella miró como los ojos de Timmy buscaban a los hombres que ya se habían ido.
-Sip.- Su risa pícara le dijo a Ella lo que el sabía que estaba por venir.

Ella puso su bolsa en el suelo y colocó ambas manos en la cabeza de él. Timmy mordió su labio y aguardó por el beso que tenía dos semanas esperando. Ella presionó sus labios en los de él, el contacto hizo que chispas salieran dentro de Timmy, causando que sus manos se sostuvieran firmemente en la espalda de ella.

Ella se alejó un poco y sonrió a Timmy quien no podría creer lo suertudo que era. él se inclinó y tomó la maleta de Ella, después de todo era un caballero.

-Vamos, sé que probablemente estés cansada pero iremos a una fiesta.- Ella miró a su atuendo y después a Timmy con miedo.
-No estoy vestida para ir a una fiesta, Timmy.- él se lamió los labios inconscientemente cuando dijo su nombre. La miró de arriba abajo y después se encogió de hombros. Lucía perfecta para él.
-Podemos pasar a mi casa antes. ¡Vamos, la noche es joven!- puso sus brazos alrededor de ella y la guió afuera del aeropuerto.

Timothée hizo que Ella subiera al metro por primera vez, pensó que lo odiaría pero él hizo que disfrutara la experiencia. Hacía opiniones sobre las personas que pasaban cerca de ellos pero siempre eran tan graciosas. Timmy amaba hacerla reír por lo que hacía bromas cada que podía.

-¡Bienvenida a Nueva York!- No había quitado sus manos de ella pero la hac''ia sentir segura en una ciudad extranjera.
-Ya he estado aquí antes, Tim.- Ella se rió, Timmy sonrió antes de hacer un lloriqueo dramático.
-Pero no has estado en mi Nueva York- no quitó sus brazos de encima de ella ni siquiera cuando estuvieron en el elevador. Ambos se apoyaron en la pared del ascensor y se miraron el uno al otro. Ella sntió una euforia única sólo cuando estaba con él y una pequeña parte dentro de ella le decía que él se sentía igual.

Cuando llegaron al apartamento de Timothée, Ella se separó de él y se apresuró hacia la ventana. Se quedó sin aliento frente a la vista que solo había visto en fotos que él le enviaba.
-Es la vista.- susurró para ella misma. Timmy sólo la observó con cierta admiración mientras ella presionaba las manos contra el cristal. Él abrió la ventana y la deslizó para que pudiera tomar algo de aire. -Está muy frío.- Comenzó a reírse junto con Timmy que se le había unido.
-Deberías empezar a arreglarte. Le prometí a Matt que iríamos a esa fiesta, quiere conocerte.- Se sintió avergonzado acerca de la fiesta de Matt pero no podía abandonar a su mejor amigo sólo por una chica, incluso si era Ella Lawrence.

Dejó la habitación y decidió que se pondría un jersey holgado y una chamarra de mezclilla así estaría calientito y a la moda. Se pasó las manos por el cabello un montón de veces antes de solo esperar a que Ella estuviese lista en el sillón.
-No tengo arreglado el cabello adecuadamente y mi maquillaje es muy minimalista.- ella divagó tan pronto como se puso en camino para encontrarse con Timmy aun en la misma casa. Él se levantó rápido y le dio un vistazo a la imagen de Ella.
Estaba usando una blusa floja de cuello de tortuga dentro de una falda de mezclilla, sus medias largas mantenían sus piernas calientes mientras sus botas altas de tacón negras cubrían sus pies.
-¿Necesito un abrigo? - Preguntó. Ella no era consciente de cuán bella era, cuán bella se veía y del efecto que estaba teniendo en Timothée.
-No, tienes un suéter grueso y sólo vamos a ir a la vuelta de la esquina.
Ella lo miró raro mientras él la miraba en fascinación.
-¿Lista? salió de su trance, sabiendo que probablemente parecía como tonto viéndola de esa manera.