Ella

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Se vestía elegante para una sociedad estricta y carcomida por los prototipos de ideales imperfectos e imposibles. Cubierta con una máscara de maquillaje que solo mostraba aquel rostro pálido, sin vida o tal vez dormido, pero que nunca logró despertarse. En él tenía dibujada una gran sonrisa con dientes afilados para dejar marca. Sin sentimientos aparentes, seguía a la gran multitud a paso ligero. No podía pensar por sí sola, aquella corriente le había arrebatado todas y cada una de sus facultades. Ya no reía, ya no sentía, ya no era ella. Simplemente era otra marioneta más de entre tantas.
Se había desmoronado el muro el cual estubo construyendo tanto tiempo. Mostrando todas aquellas heridas de nuevo al mundo, aun sin cicatrizar, sin ninguna protección, haciendo que se abrieran más y aumentando el dolor. Todo por lo que luchó se quedó en pasado, ahora todo se había venido abajo, y no le quedaban fuerzas para recoger trozo a trozo aquel desastre que se había formado. Aprendió que lo que destruye no te hace más fuerte, pues te va desgastando lentamente. Aquella apariencia falsa en su rostro se había ido, igual que toda esperanza por volver a sonreír.
Ella estaba rota, sin vendas para todas aquellas heridas abiertas. Se podían escuchar cristales al compás de sus latidos, de todos los escombros que había por ahí dentro. Cansada de andar sin ningún rumbo, hacia ningún lugar, sin propósito alguno. Triste por todos aquellos recuerdos e historias que un día le hicieron sonreír y ahora tan solo son cenizas mojadas por sus propias lágrimas. Exhausta por todo esfuerzo inútil, sin final, ni objetivo propuesto, para lograr algo irreal, inventado, algo llamado felicidad que le abandona cuando logra cogerla de la mano.
Más de una vez le habían cogido el corazón como si fuera un libro de biblioteca del instituto, olvidando el plazo de devolución. Lo habían dejado en una estantería junto a otros supervivientes, pasados de moda, en la habitación donde solo hay condones y llamadas perdidas. Estaba cansada, cansada de toda aquella obsolescencia programada que implicaba su vida. Cansada de estar encerrada, en su propia mente donde estaba presa. Tenía miedo de volar y caerse de nuevo.
Ella había cambiado. Ella había sido la que eligió tomar los caminos que la condujeron hacia donde estaba ahora. Pero aun así, se sentía frustrada. Se acababa de dar cuenta que todo lo que tenía, nunca fue lo que había querido. Había cambiado la manera de mirar a la gente y de etiquetarla, ya no le hacía falta conocer a nadie para saber que le iban a hacer daño. Ya no confiaba en nadie, ni en su propia sombra, pues decía que aquel "reflejo" de sí misma le hacía ver algo desfigurado, irreal algo inventado. Ya no sonreía como antes, su rostro se había apagado. Ya no mostraba ninguna señal de afecto hacia nada, ni mucho menos hacía nadie, pues tenía miedo de mostrarse al mundo y ser juzgada como algo extraño, fuera de lo común, algo "raro" que jamás podría ser aceptado.

De mi, para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora