«Él era solo un extra. Ella, un ordinario personaje principal. Juntos eran EXTRAordinarios».
¿Qué harías si descubrieras que eres, de hecho, un personaje de un libro? ¿Y un personaje extra además de eso? Bueno, eso es lo que estoy viviendo.
No se co...
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En la mayoría de novelas juveniles que he leído noté que había algo que tenían en común: todos los personajes en general nunca tienen una buena comunicación. Pueden pensar y sentir muchas cosas, pero nunca dirán lo que pasa por su cabeza por conveniencia de la trama. Me imagino que en el mundo real debe ser lo mismo.
Sin embargo, para nosotros los extras es totalmente diferente, como lo que decimos no afecta en lo absoluto el desarrollo de la historia, nos es fácil expresar todo lo que tenemos dentro.
Y es en este preciso momento que aprecio el don que tengo. Después de pasar horas escuchando la voz de Samantha mientras leía los cuentos, empezamos a conversar. Solo estábamos nosotros dos así que era muy fácil que nos sinceráramos.
Ella me contó todo lo que le había pasado en las últimas semanas, como Dylan la confundía diciéndole que la amaba y luego la despreciaba, como se sentía por el rechazo y como lo había elegido a él en vez de a su familia. Las lágrimas se le acumularon en los ojos y lo único que podía hacer es acariciar su cabello, cuando terminó de llorar me miró expectante y entendí que había llegado mi turno de hablar.
—No tengo mucho que decir. Ya sabes que prácticamente mi vida es la escuela.
—Vamos. Debe haber algo que no me has contado.— Insiste. La idea de decirle que estamos en una novela se asoma por mi mente. La descarto rápidamente, no quiero añadir más penar a su ya afligido corazón.
Recuerdo algo que me estaba atormentando los últimos días y decido por fin contarle. Voy a quedar como un pervertido pero estoy dispuesto a afrontar el riesgo.
—Tal vez no lo recuerdes muy bien porque pasó hace tiempo pero... Una vez cuando tú y yo estábamos en la azotea... Yo sin tu consentimiento... ¡De verdad te pido perdón por eso!
—¿Qué cosa hiciste?— Pregunta confundida.
—Yo te be...— Unos pasos me interrumpen y seguidamente Rose aparece en la entrada de la casa del árbol.
—¡Así te quería atrapar!— Dice cruzándose de brazos.— Con que aquí estuviste escondiéndote todo este tiempo.
Se acerca a mí y aunque retrocedo unos pasos ella me alcanza. Atrapa mi oreja y me arrastra hasta la salida.
—Espera. Tengo que decirle algo a Samantha. Déjame unos minutos hablar con ella.— Le ruego antes de bajar. Ella me observa con duda, le doy unos golpecitos en el hombro mientras hago un puchero.— Por fis.
Rose pone los ojos en blanco y acepta. —Te espero abajo, no intentes hacer nada extraño.
Asiento y rápidamente voy hacia donde está Samantha.