«Él era solo un extra. Ella, un ordinario personaje principal. Juntos eran EXTRAordinarios».
¿Qué harías si descubrieras que eres, de hecho, un personaje de un libro? ¿Y un personaje extra además de eso? Bueno, eso es lo que estoy viviendo.
No se co...
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—¡A comer!— Grita mi madre y a pesar de que estoy a varios metros de ella, puedo escucharla con claridad. Bajo velozmente de la casa del árbol gracias a la práctica de estos últimos años y en solo unos minutos llego a mi hogar.
—¿Puedes avisarle a tu hermano que venga?— Le pregunta mi mamá a Tamara. —Solo falta él y ya sabes que tu padre se molesta cuando la comida se enfría.
Mi hermana pone los ojos en blanco y responde irritada. —Debe estar en la casa del árbol, todo el tiempo está allí. Si no quiere comer que no coma, no soy su sirvienta.
—¿De nuevo hablando a mis espaldas?— Pregunto apareciendo sorpresivamente por la puerta. Tamara se sobresalta y me sonríe en forma de disculpa. —¿Y Rose?— Digo al observar a todos los que están en la mesa esperando ansiosos su almuerzo.
—Esa es otra problemática.— Gruñe de nuevo Tamara. —Solo se la pasa metida en su libro.
—¿Qué escribe?— Pregunta curiosa mi madre.
—Hasta ahora no se lo cuenta a nadie.— Respondo encogiendo los hombros. —Una vez quise leer lo que escribía pero descubrí que ese libro lo cuida incluso cuando duerme.
Nos dirigimos a la mesa y coloco sobre ella los cubiertos. Justo cuando vamos a empezar a comer aparece Rose excusándose pero nadie se molesta en mirarla, ya estamos acostumbrados a que siempre llegue tarde.
Alguien toca la puerta interrumpiéndonos otra vez así que nos miramos entre nosotros decidiendo quién es el miembro que debe sacrificarse por la familia y abrir la puerta.
—Ve a ver quién es, Tobby.— Me ordena finalmente mi padre.
—Papi.— Respondo haciendo un puchero, a veces olvido que ya soy un adulto. —Siempre abro yo, mis piernitas me duelen, soy debilucho.
—Tobbías.— Amenaza más firme y sé que no tengo otra opción más que obedecer. Arrastrando los pies camino hacia la puerta y la abro de mala gana.
—¡Sorpresa!— Gritan las personas de afuera. Todos los personajes del cuento rodean la casa y sostienen un cartel hecho de hojas que dice: ¡Feliz cumpleaños, Tobby! junto con un gran pastel.
Lo había olvidado por completo, hoy cumplo veintidós años.
Desde niños hasta ancianos me felicitan y forman una larga fila para regalarme cosas que ellos aprecian. Algo de lo que estoy orgulloso es que ahora los conozco a cada uno de ellos, sé sus nombres, qué cosas les gustan, sus sueños. Estos cuatro años que he pasado alejado de Samantha los he invertido de la mejor manera, he ayudado a cada personaje a encontrar su propia historia. Para mí ya no son simples extras del cuento, ahora todos en este pueblo somos protagonistas de nuestras propias vidas.
—Silencio, silencio.— Grita mi hermano Tadeo llamando nuestra atención. —Todos sabemos que estos años Tobby se ha negado rotundamente a celebrar su cumpleaños, así que como buena familia hemos decidido de todas formas celebrarlo. Para empezar, ¡tenemos una sorpresa para él!— Anuncia y observo a todos lados buscándola. No quería celebrar mi cumpleaños porque guardaba la esperanza de celebrarlo junto a Samantha pero si todos se han esforzado tanto por hacerme esta sorpresa, tengo que apreciarla. Me obligo a sonreír y luego salen de la casa Rose y mis hermanos con lo que parece ser una guitarra casera.