Capítulo 28: ¿Estás ahí?

359 65 43
                                    

Después de arreglar juntos la casa del árbol que prácticamente estaba en ruinas hasta que la convertimos en algo más o menos decente, camino con Rose de regreso a mi hogar bajo la luz de la luna, cuando una idea de pronto viene a mi mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de arreglar juntos la casa del árbol que prácticamente estaba en ruinas hasta que la convertimos en algo más o menos decente, camino con Rose de regreso a mi hogar bajo la luz de la luna, cuando una idea de pronto viene a mi mente.

—Creo que sé cómo podrías regresar a tu mundo.— Le digo emocionado.

—¿Desde cuando eres el de las ideas?— Dice sarcástica Rose todavía no confiando en mi capacidad.

Me detengo y la observo serio. Esta vez sí se me ha ocurrido un buen plan. —Estuve pensando en esto desde hace un rato... ¿te acuerdas cómo acababa el cuento?

—No estoy muy segura.— Duda. Se sienta en una roca a intentar recordar y yo la quedo mirando fijamente. —No hagas eso, no me concentro con gente observando. Voltéate.— Me ordena y obedezco inmediatamente. Luego de varios minutos ella por fin dice: —Estoy un noventa por ciento segura que terminaba en algo así como que guardaste las libretas que escribiste sobre Becca y recordaste lo que te enseñó hasta el día de tu muerte.

—¡Exacto!— Me levanto exaltado. —La historia no ha terminado, todavía estamos en la sombra. La última escena será cuando muera recordándola...

—Y si interrumpo la historia en ese momento, se abrirá un portal que me lleve a casa.— Continúa Rose abriendo los ojos mientras sonríe enormemente. Se acerca hasta mí y me abraza alzándome del suelo. Cuento hasta dos y le doy palmaditas para que me suelte.

—Samantha dijo que cualquier contacto físico que tuviera con una mujer solo podría durar hasta dos segundos.— Le informo al mismo tiempo que acomodo mi camiseta. —Aunque no esté conmigo tengo que respetarla.

—Bueno, bueno.— Dice poniendo sus ojos en blanco. —Igual, gracias. Me has devuelto las esperanzas.

—¿Cuánto tiempo crees que falta hasta que muera?

—No lo sé. Cuando era niña pensaba que los adultos eran viejos así que me imagino que solo faltan unos años.

—Y crees...— Tartamudeo. —¿Crees que si muero se reinicie la historia?— Pregunto de pronto temeroso de saber la respuesta.

—¿Quieres que sea realista u optimista?

—Realista.— Respondo. Ya no quiero lastimar más a mi corazón guardando esperanzas falsas.

—Samantha ya está en otra historia, cuando mueras es cuando acabará el cuento.— Dice evitando mi mirada para no ver mi reacción, sin embargo, sorprendentemente sonrío. —¿Estás bien?— Me pregunta preocupada.

—Tal vez suene egoísta pero ya quiero que llegue ese momento.— Le respondo totalmente sincero. —Me duele que todos los que viven aquí tengan que desaparecer junto conmigo pero me tranquiliza saber que el gran dolor que está en mi corazón no será para siempre. Samantha no me recuerda así que no sufrirá cuando me vaya, si lo piensas bien, en realidad ya no tengo ningún motivo para seguir vivo.

EXTRAordinarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora