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Chenle miraba por la ventana de su auto, tratando de que sus pensamientos tomaran otro rumbo.
Debería estar pensando en la próxima competencia de básquetbol con un colegio vecino, debería estar planificando y todo.
Pero su mente solo podía pensar en algo, más bien en alguien, cuyo nombre y apellido frecuentaban las charlas entre sus amigos.
Simplemente se le hacía difícil creer que a Renjun le gustara Jeno.
No es que Jeno fuera malo, era un amor de persona, pero era extraño.
Ya no sabía si se le hacía difícil creer o difícil aceptarlo, pero lo que sí sabía era que eso solo lo desanimaba.
—Señor Zhong, ya llegamos —anunció el conductor de su familia.
Él asintió y se despidió del hombre, saliendo del auto lo antes posible.
Entró a su humilde morada, que más parecía una mansión, y se encerró en su cuarto cuando llegó a este.
Trató de distraer su mente, pensando en el entrenamiento que debía dar mañana a los miembros del equipo, además de hacer todas las tareas pendientes que tenía.
Cuando terminó todo ya estaba atardeciendo y se entretuvo con su consola, tratando inútilmente de pasar un nivel que sabía que no podría, y sin poder evitarlo su mente viajó a un par de días atrás, donde estaba con sus amigos tratando de pasar un nivel y Huang lo terminó haciendo por ellos. El día donde todo esto comenzaría.
—¿Cómo demonios consiguió pasar ese nivel? —susurró para sí mismo frunciendo el ceño a la consola, que mostraba la pantalla de una derrota.
Por lo que había observado, el mayor no era alguien que jugara videojuegos, además que Donghyuck se había encargado de informarle al grupo lo que le había dicho el chino.
Chasqueó la lengua y dejó la consola a un lado, listo para levantarse e ir directo a la cocina a cenar.
Se la pasó hablando con su familia acerca del próximo partido, no estaba seguro de si podrían ir pero aún así no se sintió desanimado, ya estaba acostumbrado.
Prefirió no decirles que había estado en la enfermería, sabía que no fue algo serio y conociendo que su madre se pondría como loca y no lo dejaría ir a clases.
Hizo toda su rutina de aseo y se acostó a dormir, tratando de sacar de su cabeza los profundos ojos oscuros de la persona dueña de su corazón.
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A la mañana siguiente se levantó apresurado al darse cuenta de la hora. Su alarma se retrasó y tenía solo media hora para prepararse y llegar al colegio.
Corrió de aquí para allá, tratando de no olvidarse absolutamente nada. Tomó su uniforme deportivo, el cual se había llevado en lugar de dejarlo en los casilleros porque ya le hacía falta un lavado, y lo guardó en su bolso deportivo.
