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Apenas Chenle llegó del colegio se echó en su cama totalmente exhausto.
Habían practicado toda la semana sin descansar y no había podido dormir demasiado debido a que gastaba la tarde practicando y parte de la noche la usaba para hacer sus tareas.
Durmió desde que llegó hasta que su madre mandó a una de las mucamas para que lo buscara y le avisara que ya estaba lista la cena.
Aún con el sueño afectando sus sentidos bajó al comedor, donde su familia lo esperaba para comenzar a cenar.
Comenzó a comer en silencio hasta que su madre llenó su atención con un leve carraspeo.
—Lele, mañana es el partido, ¿cómo estás?
—Bien, hemos estado practicando toda la semana, es muy importante que ganemos, les conté lo que dijo el director —sus padres asintieron —¿Podrán ir mañana?
Ambos se miraron entre ellos y Chenle supo lo que venía después de eso. Siempre hacían lo mismo.
Y antes de que sus padres pudieran hablar, lo hizo él —Hah, ya me lo esperaba. No es que fuera a ser diferente que otras veces.
La cena siguió en total silencio. Ya Chenle no tenía nada que decir y sus padres no querían hacerlo enojar más.
—Nos vemos, descansen —y se levantó de la mesa con sus cosas para dejarlas en la cocina.
Fue a su habitación con rapidez y cerró la puerta apenas la traspasó.
Su teléfono vibró entre las sábanas y lo tomó, notando una llamada grupal con sus amigos.
Contestó y acercó el parlante a su oído.
—¡Lele! —habló Jaemin con alegría.
El rubio sonrió a pesar de que sabía que no podían verlo.
—Más te vale estar descansando, mañana va a ser un día largo —dijo Donghyuck esta vez, la preocupación se notaba en su voz.
—Estaba por prepararme para dormir...
—Oh, perdón por distraerte —se disculpó Jeno.
—No, descuiden, lo necesitaba. La semana ha sido muy difícil.
Pasó casi una hora en llamada con sus amigos, escuchando a Jisung y Donghyuck hablar de un videojuego que compraron la semana pasada, a Jaemin quejarse de su tarea y a Jeno tratando de hacer que hablen de a uno porque no se entendía.
Cortó la llamada cuando dieron casi once y media de la noche. Sus ojos casi se cerraban solos así que se levantó para ir al baño y luego cambiarse su pijama.
Y apenas su rostro tocó su almohada, cayó en un profundo sueño.
