CAPITULO 8 - Recuerdos

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"Mi príncipe..."

Victoria tomó la mano del indefenso Sebastian, contemplándolo con lágrimas de dolor conectado a tanta máquina.

Gustavo los veía desde el pie de la cama con culpa. Cruzaba por su mente el momento en que le había dado el potrillo a Sebastian, la alegría en sus ojos. El calor de su abrazo...

"Él es fuerte." Gustavo dijo queriendo creer sus palabras. "Y superará esto... dentro de poco verás que andará corriendo como si nada hubiera pasado."

Solo el sonido de las máquinas dominaba el silencio de la habitación.

"Victoria dime algo, lo que sea."

La frialdad de su mirada al verlo era tal como una puñalada en el corazón de Gustavo.

"¿Qué quieres que te diga?" dijo ella con frialdad. "Que te pinte un mundo color de rosa? Mi realidad es otra... mi hijo está aquí y quizás nunca lo pueda volver a ver sonreír." las lágrimas inundan sus ojos claros. "No despierta... no me dice nada."

"Amor."

"No me toques." dijo impidiendo que se le acercara. "Si está aquí es tu culpa, tu le regalaste ese maldito animal."

"Victoria..."

"Tu lo pusiste aquí."

Gustavo retrocedió unos pasos desorientado, preguntándose si era posible que la mujer que había amado gran parte de su vida pudiera mirarlo así, con tal odio.

El desapareció por las puerta de la habitación, dejando a Victoria que por un instante se arrepintió de sus palabras levantándose a alcanzarlo... pero era demasiado tarde para borrar lo dicho. Se recargo en el marco de la puerta, clavando su mirada sobre Sebastian.

"Fuiste un poco cruel con él no lo crees?" dijo Andrés, estremeciéndola. "El al igual que tu está sufriendo, es su hijo también."

Ella volteo a verlo. 'Su'. Sonaba tan irónico y tan doloroso. Que lo abrazo, lo abrazo fuerte porque sólo en sus brazos ella podía encontrar la fuerza que necesitaba.

"Todo va estar bien." le dijo dulcemente acariciando su cabello.

"Solo de ti quiero escucharlo." Ella lo miró a los ojos acariciando su rostro tan cerca de sus labios. "Solo tu consuelo quiero..."

Sus labios se unieron. Mientras unos pasos se aproximaban...

"Perdón." David dice interrumpiendo viéndolos en asombro.

*

Momentos después; Los hermanos se alejaban por el pasillo...

"Eres..."

David quería explotar pero se contuvo.

"Que?" dijo Andrés deteniendo los pasos de su hermano menor.

"Un sinvergüenza. Victoria es una mujer casada."

Una cínica y amarga sonrisa brotó de los labios de Andrés. "Ya me vas a salir con lecciones de moral."

"Tuviste suerte que no fue alguno de los Olivier o el mismo Gustavo que los sorprendiera."

"Simplemente le estaba brindando un poco de apoyo."

"Si, claro me imagino. Todo con tal de apoyar a la causa no es así?"

"El niño me importa."

"Me imagino, por la madre? O porque en el fondo hubieras deseado que hubiera sido tuyo?"

Andrés lo miró con una seriedad profunda.

"Hola, amor!" dice Fátima plantando un beso sobre sus labios. "Por fin te encuentro, a donde te habías desaparecido?"

"Fátima, recuerdas a mi hermano David."

"Por supuesto. ¿Cómo estás?"

Ella le dio la mano.

"Bien." la tensión entre ambos hermanos era evidente. "Yo los dejo, con permiso."

Fátima vio a David alejarse y luego dirigió su mirada suspicaz a Andrés que permanecía serio.

"Paso algo?"

"Nada." él fingió una sonrisa.

"No sabes lo mucho que te he extrañado." sus brazos lo enredaron. "¿Y tú?"

"Yo también."

"Espera a que te ponga al día con los detalles de la boda."

*

Los recuerdos atormentaban la mente de Victoria al mantener su cabeza recostada sobre el lecho de su hijo...

"Vamos Victoria." dice un Andrés de diez años a la pequeña de siete que lo seguía al precipicio de un barranco que aguardara el espectacular paisaje de las cascadas de la región.

"No puedo." ella dice con miedo en la mirada, congelada en su lugar.

"Si puedes." dice seguro. "Toma mi mano."

Sus manos se unieron ayudándola a subir los últimos pasos, cayendo directamente a sus brazos.

"Qué te parece, te dije que era maravilloso. Todo esto un día va ser tu reino... y yo."

"Tu mi príncipe, para toda la vida."

La realidad volvía a ella, volteando a ver a Sebastian.

"A veces eres tan parecido a él que me da miedo. Decidido... fuerte... y terco."

*

Sala de espera del Hospital...

"Pero cómo? Acaso piensas irte con este clima, las carreteras están peligrosas."

Don Nicolás ha mirado a Aurora con preocupación.

"Tomaré un taxi para que me lleve hasta San Francisco de los Reyes, de ahí llamaré a la hacienda para que me vayan a recoger."

"Si gusta Don Nicolás, yo la puedo llevar." se ofreció Andrés aproximándose a ellos. "Yo también regreso al pueblo."

"Ahí está."

"Se lo agradezco." Aurora sonríe amargamente. "Pero prefiero el taxi."

"Hija. Estaría más tranquilo si te acompañara Andrés... la carretera no es segura. Especialmente para una mujer sola y de noche..."

*

Carretera camino a San Francisco de los Reyes...

"Que paso?" pregunta Aurora saliendo de la camioneta empapándose de la lluvia.

"Tal parece que la batería se nos murió." dice Andrés cerrando la cajuela de la camioneta.

"Y ahora que vamos hacer? No pensara que nos quedemos aquí sentados como patos?"

"Hay un pueblito a unos kilómetros de aquí."

"Kilómetros? O es ciego o no se ha dado cuenta que estamos en el medio de la nada, de noche y con una tormenta sobre nuestra cabeza?"

"Si quiere usted me puede esperar. Aunque no se lo recomiendo..." lo había dicho con aquella cínica sonrisa que aunque hermosa la sacaba fuera de sí. 


ACUERDATE DE MI (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora