CAPITULO 29 - Amantes

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"No es lo que te estás imaginando."

"No?" dijo Aurora amargamente viendo a Andrés y después a Victoria quien la veía con un brillo de satisfacción en la mirada.

"Lo escuche todo. Así que este era el 'asunto' que tenías pendiente? Sabe mi hermanito de tus andanzas querida?" sonrió viendo cambiar la expresión de Victoria. "Me atrevo a adivinar que no verdad?"

"Nuestra vida no te incumbe." dijo Victoria.

"Te equivocas. Este es mi marido."

"Fue mi amante mucho antes de que tú llegaras. Fue mío y siempre lo será. Y eso nadie, ni un mendigo papel lo va poder borrar."

"Cállate Victoria." dijo Andrés en un arranque.

"Wow. Con cuánto afán lo defiendes?" dijo Aurora volviendo a ver a Andrés de pies a cabeza. Haciendo el más grande de los esfuerzos por mantener la cordura. "Y te entiendo... mira que yo al igual que tu sé lo que puede ser en la cama."

"Aurora yo te puedo explicar." dijo él buscando su mirada.

"¿Crees que me interesa?" llevo su vista a Victoria. "Que lo disfrutes..."

"Oye escúchame." él la tomó reteniéndola.

"No me toques." dijo ella sacándose de sus manos violentamente. "¿Qué me puedes decir? Que no he sido la única... eso es más que evidente. Siempre he sabido que un santo no eres. Pero de eso a dejar que me pongas el cuerno con cualquier cosa y cuando a ti te plazca." sonrío amargamente ante el. "Ese juego dos lo pueden jugar..."

Miro con dolor la decepción en su mirada y no podía culparla.

"Aurora..." dijo viéndola marcharse. "Aurora espera."

"Déjala ir." dijo Victoria recorriendo sus manos por su espalda hasta abrazarlo y retenerlo. "Qué es lo mejor que puede hacer."

*

Pueblo de San Francisco de los Reyes

Aurora se ha apoyado contra la pared a unos pasos del mostrador dentro del dispensario del pueblo. Sus ojos habían llorado, inundados aún entre lágrimas de dolor. Necesitaba llorar y desahogarse.

"¿Se encuentra bien?" dijo Soledad acercándose. "¿La puedo ayudar en algo?"

Aurora no dijo una palabra, su mirada permanecía perdida sin haber escuchado una sola palabra de la mujer a su lado.

"Soledad puedes..." David se detuvo al salir de su consultorio. "Aurora..." se acercó con preocupación. "Pero qué te sucede? ¿Estás bien?"

Sus ojos viajaron a los de él.

"No tenía a donde ir..."

*

Casa Del Valle...

"Aurora..." gritó Andrés desesperado caminando rápidamente por el patio de la casa.

"Aurora!" dio unos pasos por su recámara dándose cuenta que estaba vacía. Intacta tal y como ella la hubiera dejado, aún se olía el suave aroma de su perfume.

"¿Qué pasa hijo?" preguntó Don Armando apareciendo a la entrada junto a Blanca.

"Y esos gritos?"

"¿Ha regresado Aurora?"

"No." le respondió Blanca. "Se fue hace un par de horas, un poco después de que tu te marcharas pero no me dejó dicho a donde."

"¿Ha pasado algo?" preguntó Don Armando al ver la angustia en la mirada de su hijo.

*

Casona de la hacienda La Oliviera...

"Pero? Aquí qué sucedió?" dijo Victoria. Su cuarto estaba completamente revuelto tal y como si un huracán hubiera pasado por él.

"Mart..."

La puerta se cerró fuertemente estremeciéndola.

"Gustavo?" dijo suavemente sorprendida al verlo surgir. "¿Qué haces aquí?"

"Te sorprende verme?" dijo fríamente recargándose contra la puerta cerrada de la habitación.

"Pensé que estarías en la capital."

"Mis planes cambiaron a último momento."

Había algo en su mirada que no iba de acuerdo con su serenidad.

"Iba llamar a Martina para que me explicara qué había pasado aquí."

"Martina... no está en casa."

"Salió?" dijo extrañada. "Y Sebastian?"

"El esta bien."

"¿Fuiste tú, él quien hizo todo esto?"

Sonrío desprendiéndose de la puerta acercándose lentamente a ella.

"Es increíble lo poco que puedes realmente conocer a una persona..." dijo mientras Victoria retrocedía unos pasos con miedo. "Por ejemplo... tu y yo. Llevamos once años de matrimonio y creemos conocernos."

"¿Has estado bebiendo?"

"¿Tengo motivos?" dijo audazmente.

"No se porque te estás comportando así, pero estás empezando a asustarme."

Ella quiso tomar su bolso de la cama y salir pero él la obligó a permanecer en su sitio, apretando sus brazos entre sus manos.

"Quizás eso es lo pretendo." ella lo miró a los ojos, que aguardaban reproches y rabia. "Quizás me sobre estimaste todos estos años en mi papel de marido perfecto. O fui demasiado imbécil para no darme cuenta el tipo de basura que tenía en mi cama."

"No se de que me..."

"Ya!!" gritó él fuertemente estremeciéndola. "Ya basta! Te puedes quitar la máscara... puedes parar de fingir. O no es eso lo que has hecho cada segundo de nuestro matrimonio?"

 O no es eso lo que has hecho cada segundo de nuestro matrimonio?"

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