| ADVERTENCIA: smut |
Después de lo ocurrido en Endgame, nadie es igual, especialmente Heather Potts, cuya vida dará un giro completo al regresar del Chasquido y darse cuenta que sus padres han muerto.
Asistir a una secundaria llena de idiotas y...
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—¡Ah!—soltó un grito ahogado.
Heather intentó calmar su respiración mientras analizaba dónde estaba. Hace unos segundos se estaba tranformando en... ¿arena? ¿O era polvo? Pero ahora parecía que no hubiera sucedido nada. Su habitación, su ropa, su cama. Todo estaba igual.
Sólo fue una pesadilla, pensó ella y volvió a dormir.
Al volver a despertarse, ya era de día. Se estiró y su estómago rugió.
11:21 a.m
Amaba despertarse tarde, pero detestaba la luz del sol de Miami que entraba por su cuarto.
Se dirigió a su cocina y se preparó un omelette. Su casa estaba muy silenciosa, así que supuso que sus padres seguían durmiendo.
Dejó que el huevo se calentara y fue a la habitación de sus padres.
—¿Mamá?¿Papá?¿Quieren que les prepare el desayuno?—preguntó y abrió la puerta.
La cama estaba hecha, es más, toda la habitación estaba en perfecto estado.
¿Habrán ido a trabajar?, pensó, pero hoy es sábado, ¿verdad?
Sinceramente, no recordaba si era viernes o sábado.
Alzó los hombros y regresó a la cocina. Tal vez los colchones se habían escapado de la tienda.
Sus padres eran dueños de una empresa de colchones. No eran millonarios, pero no vivían mal. Su casa no era una mansión y ella no estudiaba en una escuela privada.
Comió su omelette y su jugo de naranja mientras veía Shrek: El Musical en Netflix. No era su musical favorito, pero le daba pereza buscar otros en Youtube.
Pasaron dos horas y sus padres no aparecían. Llamó a sus celulares, pero no contestaron.
