03 | El chico de la patineta

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       Inhala, exhala, inhala, exhala...

       —Niña, baja ya, no tengo todo el día.—dijo Happy irritado.

       —No puedo.—dijo Heather en voz baja.

       Estaban frente la Escuela Midtown y desde la ventana del automóvil podía ver a todas las personas que entraban.

       —Desde aquí veo que el pasillo es estrecho y hay demasiadas personas.—explicó ella.—No me gusta los espacios así.

       Happy se volteó y observó como la chica mordía sus uñas.

       —¿Tienes ansiedad?—Ella asintió y él soltó un suspiro.—Lo que puedes hacer es... repetir palabras hasta tranquilizarte. Por ejemplo, yo nombró cada miembro de mi familia hasta que me calmo.

       —Gracias, pero no tengo familia.

       Happy rodó los ojos.—¿Tony, Pepper y Morgan?

       Heather soltó una risa sarcástica.—Repetiré los colores primarios.—abrió la puerta y antes de cerrarla, se asomó.—Gracias, Happy Feet.

       Lo decía de todo corazón, pero el guardaespaldas sólo rodó los ojos.

       Heather vio la limosina alejarse hasta perderse de vista. Se dio la vuelta y miró hacia la entrada.

       Sólo tienes que dar unos pasos hasta entrar, pensó y respiró profundamente.

       Estiró su pierna para dar el primer paso, pero algo grande chocó contra ella, haciéndola caer.

       —Ouch...

       —¡Perdón! No te vi por este arbusto.—dijo el culpable de su caída.

       Heather alzó la mirada y vio que era un chico, como de su edad, con el cabello lleno de rulos. Tenía la mano estirada para ayudarla a levantarse.

       —¿Vas a aceptar mi mano o...?

       Ella rió nerviosamente y se levantó con su ayuda. El chico guardó su patineta en su mochila y le dio otra sonrisa.

       —De verdad, perdón. ¿Te has lastimado?

       —No, no.—lo interrumpió ella rápidamente.—Estoy bien, gr-gracias.

       El castaño le dio una última sonrisa y empezó a caminar hacia la escuela, pero antes de entrar, giró y vio que Heather seguía sin moverse.

       El castaño le dio una última sonrisa y empezó a caminar hacia la escuela, pero antes de entrar, giró y vio que Heather seguía sin moverse

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       —¿No vas a entrar?—bromeó él.

       —Eh... no, mejor no.—se dio la vuelta y empezó a caminar calle abajo.

       —¡Hey, rubia!—la llamó el chico.

       Ella se detuvo, pero no se dio la vuelta.

After Game • Peter Parker ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora