Querido Theodore:
Me atrevo a escribirle, aunque confieso que me siento un poco extraña. He seguido todas sus películas desde el inicio de su carrera, y al igual que el resto, opino que usted es el mejor actor juvenil de todos los tiempos.
Soy una joven estudiante del último año de secundaria, pero espero algún día alcanzar mi sueño de convertirme en la mejor cuentista de mi país.
Soy soñadora, al igual que usted. Lo sé, porque todas sus películas alientan al cambio interior. Puedo leer en sus ojos que su alma es pura, por eso intento imitarlo. También deseo mantener la paz en la Tierra, esa paz que tanto nos ha costado forjar a los países más pequeños. Y, sobre todo, permitir la igualdad entre naciones, y el respeto a los animales y plantas.
Ojalá que, cuando sea famosa, pueda llegar a conocerlo.
Cuídese mucho y siga adelante con sus sueños. Éxitos en su carrera.
Es un orgullo para nosotros los drienses.
Lo ama y le desea felicidad.
Kimberly Iron
Su mano suave cerró con delicadeza el sobre, mientras bebía los últimos sorbos de su jugo de naranja.
— ¡Kim, el ómnibus te dejará! ―desde el segundo piso, el grito de su madre se encargó de despertarla de su ensueño.
— ¡Sí, mamá! ¡Hasta la tarde! ―colgó la mochila en su hombro y salió corriendo.
En el camino de la puerta a la calle, Kim repasó mentalmente su clase de Literatura, aquella que consideraba la más importante de toda su educación secundaria. Y es que, debía estudiar mucho si deseaba alcanzar su sueño, demostrar que en verdad estaba comprometida con ello en cada uno de sus pasos vitales, por más que aquello significara vencer pequeñas distracciones innecesarias como salidas con amigos, ir al cine, ser una adolescente normal...
Kim lo era, de hecho. Sin embargo, no era tan firme todo el tiempo. Y eso lo demostró con claridad al sucumbir al primer distractor de aquel día.
Así que, permitiendo que aquello cortara sus pensamientos, se dejó llevar por su cuerpo.
Al pasar cerca al buzón, se detuvo un instante y sacó de su mochila el sobre que acababa de cerrar.
Lo miró con atención, detectando la textura e intentó imaginar la manera en que aquellas otras manos podrían detallarla al recibirla.
— Supongo, que no pierdo nada con intentarlo, ¿no? ―se sonrió a sí misma y metió la carta por la apertura que la había tentado, luego de besarla―. Bien, ahora solo debo esperar a que me responda. Si a Emily le respondió, ¿por qué conmigo tendría que ser diferente? ―se dio ánimos e intentó cruzar la calle.
Tan distraída, que no vio el auto que estuvo a punto de arrollarla; solo se percató de su presencia cuando el conductor de la limusina accionó el claxon tras patinar sobre el pavimento.
Y casi se desmaya al ver que el vehículo se había detenido a un paso de ella, ¡casi a solo cinco centímetros de distancia!
— ¡HEY, ¿NO TE ENSEÑARON TUS PADRES A CRUZAR?! ―el conductor sonaba realmente enfadado.
— ¡Oh, lo siento, de veras, discúlpeme! ―ella se deshizo en ademanes suplicantes.
— Chiquilla tonta... ―una voz aburrida y desdeñosa se escuchó desde la parte trasera, mientras el auto arrancaba rápidamente.
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Drien (Novela Original)
RomansaDrien es la cuna intelectual del mundo utópico en el que existe. Habiéndose levantado de las cenizas de su anterior condición de país subdesarrollado, alberga a personas y personalidades dignas de admiración, quienes hacen todo lo posible por hacer...