EXPERIMENTO NØ 04, BAËKHYUN

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Como la espina de una rosa clavada en mi dedo,

Llena de veneno,

Incluso yo no me puedo controlar,

Pongo una sonrisa amarga en mi cara inexpresiva,

Como puedes ver, soy peligroso.

Psycho – BAEKHYUN

Obscuridad.

No puede ver nada de lo que le rodea a excepción de una luz intermitente roja en alguna parte de la habitación le dice que lo están observando.

Miedo.

Esa sensación que lo dejaba sin aire se adueñó de su corazón.

Curiosidad.

Lo único que desea con todas sus fuerzas es saber.

¿Por qué?

¿Por qué él?, no, ¿por qué sólo él? Sí, esa es la pregunta que se lleva haciendo cada que su ansiedad baja y le permite pensar. Él no tenía un mal comportamiento, jamás hizo algo que hiciera enojar a aquellas personas y casi no hablaba, el único con el que solía intercambiar algunas frases era Yeol y por lo que sabía, éste no era nadie malo.

Entonces, ¿por qué tenía que estar en esa silla?, ¿por qué tenían que haberlo dejado atado?, ¿por qué era el único que llevaba este entrenamiento?

Débil.

Sí, podía sentir a esas personas llamándole débil por llorar, por haber mojado el pantalón blanco en las primeras veces que lo hacían entrar ahí porque él no entraba por voluntad propia, él era prácticamente obligado por ellas.

La pequeña luz roja no se apagaba y conforme pasaba el tiempo, esta vez su miedo iba disminuyendo. Sus mejillas picaban a causa de las lágrimas secas y comenzaba a encontrarlo ligeramente irritante.

Ellos querían algo, lo sabía, esta mañana antes de ser encerrado pudo oírlas diciendo que si no mostraba la "luz", entonces sería desechado.

No quería ser desechado.

No quería. No quería. No. Quería.

La desesperación volvió a él al ser consciente del tiempo que ha pasado ahí, probablemente ellas se estarían hartando de que no tuviese progreso alguno y sus voces resonaron en su cabeza, lo desecharían si no les daba lo que querían.

Lo desecharían.

Debería apresurarse.

Se suponía que tenía que hacer "luz", ¿cómo haría algo como eso?, acaso era posible o ¿sólo era chantaje? Sí, posiblemente era un chantaje y ellas dejaron que él oyera eso y ahora estarían riéndose de él... ¿A quién engañaba?, si no hacía lo que ellas querían, se librarían de él mucho antes de lo que canta un gallo.

NO.

No tenía ni la menor idea de cómo, pero haría luz. Cerró sus ojos con fuerza, ¿cómo haría luz? El sudor corría por su frente, su corazón palpitaba como si corriese una maratón y de hecho así lo era, al menos de manera mental. El sonido de la puerta abriéndose.

¡NO!

—Experimento...

—¡No!

De nuevo ansiedad, de nuevo ese sentimiento de morir y ahora no quería dejarse vencer por ello. Sin darse cuenta, un resplandor blanco comenzó a ser emitido desde su cuerpo, él estaba haciendo luz.

Sí, lo estaba haciendo, sin embargo, no podía sentirse mínimamente orgulloso de ello, él seguía con el pánico corriendo en sus venas y aquella persona que le hablaba era alguien malo, era alguien que se desharía de él y luego haría una mejor versión de él.

No lo dejaría.

Su luz fue aumentando y un ligero olor a quemado podía extenderse en la sala ahora completamente iluminada, las cuerdas que lo ataban cayeron al suelo y él por fin estaba dándose cuenta de lo que sucedía.

La persona que había abierto la puerta, cubría sus ojos, estaba asustada y temblando tal cual él se había sentido cada una de las veces que pasaron por él para traerlo a su entrenamiento. Por primera vez se sintió poderoso, con el miedo en alguna parte de su cerebro extinguiéndose tan rápido como la obscuridad en la habitación.

—N-no me lastimes.

Esa voz se le hizo conocida, fue la primera persona que lo ató en la silla el primer día de su entrenamiento.

—Yo dije que me soltaras aquella vez y no lo hiciste.

Fue divertido observar cómo ahora otro mojaba los pantalones. Él podía haber hecho cualquier cosa que quisiera, podía lastimarlo, podía hacerlo gritar y llorar tal cual como él hizo la primera vez que... Oh, ahora tenía una idea.

La luz que él emitía fue apagándose hasta simplemente hacer brillar su cuerpo. Tomó al científico y aprovechando su maleabilidad, lo sentó en la silla y lo ato.

—Que empiece tu entrenamiento.

Fue lo último que le dijo, repitiéndole las mismas palabras que esa persona le dijo hace tiempo y con una sonrisa de medio lado abandonó la sala, dejando al científico en la obscuridad total e inminente que tanto odiaba.

Él no sería jamás desechado. Nadie lo reemplazaría porque había hecho luz y eso era lo que ellos querían.

Una serie de aplausos llegó por su lado izquierdo y ahí estaba, el general Lee sonriendo y aplaudiendo.

Por primera vez el velo que cubría sus ojos se fue y pudo ver detrás de esos ojos llenos de falso orgullo al hombre avaricioso que era.

—Bien hecho, BaëkHyun, bien hecho.

Su felicitación le supo amarga porque comprendió que una parte de él se había quedado en esa habitación obscura, la parte más humana y débil que podía tener.

Así fue como el verdadero depredador que ahora era, nació.

Proyecto: EXORDIANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora